Una familia con cincuenta niños

A CORUÑA CIUDAD

Generaciones de coruñeses han pasado por la guardería Coros en sus 22 años de historia, y su continuación está asegurada por la hija de la fundadora

21 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

En las galerías que van de la plaza de Recife a Médico Rodríguez está situada Coros, una escuela infantil que es el sueño hecho realidad de su directora, Conchi Blanco: «Cuando crié a mis hijos decidí ponerme a trabajar. Pero tenía claro que tenía que ser en algo relacionado con niños, así que monté la guardería. Y de eso hará en enero 22 años». Los comienzos no fueron fáciles: «No había proyectos educativos oficiales, e iba a cursos de formación por mi cuenta», recuerda. Actualmente cuenta con 57 alumnos en distintos turnos, «aunque hace años había más, pero ahora la regulación limita las plazas». A su hija María no hubo que insistirle para que dedicase también su vida al cuidado de los pequeños: «Siempre supe que acabaría siendo pediatra o educadora infantil. Ya con diez años, en cuanto salía del colegio me venía a la escuela para estar con los niños. Es cuestión de vocación, pero para mi es el mejor trabajo del mundo», asegura.

Responsabilidad

A pesar de la pasión que demuestran, la tarea de hacerse cargo diariamente de 50 pequeñas fieras tiene su parte sacrificada: «Es una carga de responsabilidad enorme, pero gratificante. No puedes imaginarte lo emocionante que es encontrarte con antiguos alumnos, ya universitarios, y que te recuerden con cariño», explica la madre.

Aun así, algún truco han de tener para casos extremos. ¿Cómo se debe actuar cuando, por una especie de reacción en cadena, se ponen a llorar diez niños a la vez?: «Ahí hay que actuar rápido. Te pones a saltar, a bailar... Lo que sea para llamar su atención», cuenta María. De todos modos, la faena se reparte según los roles que desempeñan cada una de las trabajadoras de esta escuela con los alumnos: «Mi madre es la seria, la autoridad -cuenta María-. Cuando están enfermos acuden a ella». Sin embargo, estos papeles se van cambiando con el tiempo: «Antes se referían a María como la hija de Conchi. Pero me temo que ahora Conchi ha pasado a ser la madre de María», matiza la progenitora entre risas.

El trato con los niños carece de secretos para ellas. Basta con fijarse en las sonrisas de los pequeños cuando cruzan la puerta de Coros. Aunque también hay llantos, sobre todo en septiembre: «La noche anterior al comienzo de curso ni dormimos. Padres agobiados, abuelos preocupados, los niños que extrañan a sus familias... Pero al final terminas diciendo que no es para tanto», reconoce María. La directora de la escuela, sin embargo, asegura que es parte natural del juego: «El niño tiene miedo al abandono. Por eso hay que evitar que entienda la guardería como un castigo. Hay que ir poco a poco, pero absolutamente todos terminan adaptándose».

Y es que las circunstancias laborales de los padres hacen que cada vez se manden a los hijos a la guardería antes y durante más tiempo. Conchi comprende el choque emocional que esto supone, pero tranquiliza a los padres: «Los niños que van a la escuela infantil suelen ser más maduros. Nuestro objetivo es que cuando salgan de aquí lo hagan con seguridad, preparados para ir al cole y enfrentarse al mundo».