En este río revuelto y sucio que es la huelga de la basura, nuestra capacidad de comprender lo que pasa se reduce en la misma proporción con la que se acumulan las bolsas
10 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.En este río revuelto y sucio que es la huelga de la basura, nuestra capacidad de comprender lo que pasa se reduce en la misma proporción con la que se acumulan las bolsas. Aunque en mi calle los contenedores convencionales se van recogiendo, mal que bien, el del papel está a punto de convertirse en una casita de cartones. Pero esta semana se ha sumado un fenómeno mucho más llamativo, por tamaño y por incomprensible: el de los sofás camas. El primero tiene una tapicería de tono parduzco y estampado de flores, tan viejuno que una puede imaginarse lo incómodo que era el somier plegable. Desde el lunes, está colocado en la acera, pegado al contenedor y bajo un andamio. Entre uno y otro, el espacio para los viandantes está reducido a la mínima expresión. Lo que no ocupa acera es el aparador que han colocado encima.
Pero como las calamidades tienden a multiplicarse, avanzando la calle hay otro sofá cama. Este es individual, negro, con un pequeño estampado geométrico con su punto ochentero. Está acompañado por algo que podrían ser mesillas, y por una estantería. Todo ello ocupando acera e impidiendo el acceso a los contenedores sin bajar a la calzada. Así que, sin salir de la manzana, tenemos un escaparate callejero de sofás camas, salpicado de todo tipo de basura.
En el 010 confirman que siguen dando cita para bajar este tipo de desperdicios, y como sigo sin entender nada, me pregunto si tiene mucho sentido continuar con el ritmo habitual, como si no hubiera una huelga de basuras. No sé si prefiero no entender esto, o la otra posibilidad: que hay quien aprovecha esta situación para hacer limpieza en casa. Total, ¿quién va a notar un sofá cama más?