Petrenko, feliz regreso

Hugo Álvarez Domínguez CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

MARK McNULTY

Lo lírico y lo dramático se hermanaron para un Chaikovski lleno de sabor en el que el director ruso sencillamente se salió y la OSG se creció, sonando como sabe cuando está motivada

28 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde mucho antes de convertirse en una de las batutas más solicitadas de hoy, Vasili Petrenko desarrolló una larga relación con la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) a lo largo de las últimas dos décadas. Tras tiempo sin visitarla, planteó un programa ruso. En este feliz regreso, el maestro se mostró como uno de los mejores del presente para este repertorio y llevó a la orquesta a cotas de excelencia.

El Concierto para violín de Glazunov posee gran poder melódico y carácter lírico, permitiendo al solista lucirse en apenas 20 minutos. Sergei Dogadin sonó a disco: su violín fue cálido, redondo y lleno de presencia y entidad, acariciando las notas con sutil delicadeza en los pasajes más líricos, pero dando muestra de su virtuosismo tanto en la tremebunda cadenza como en los complejos arpegios finales. Sería interesante escucharlo en un concierto más extenso, pero hay que señalar la calidad de su sonido y su sensibilidad técnica. Se desató en la fogosa propina. Petrenko arropó al solista con una orquesta centrada (vientos estupendos, en especial la flauta).

De la Sinfonía Manfred, de Chaikovski (compleja por estructura, duración y plantilla), Petrenko (de gesto sencillo y claro) ofreció una versión vibrante que rebosó pulso, tensión y temperatura. En su discurso convivieron lírica y épica, organizando la progresión hacia los clímax con audacia (el final del primer movimiento, con la orquesta volcada, fue de infarto). Firme y sin grandilocuencias, se recreó en subrayar lo íntimo (para enmarcar la cuerda al final del segundo movimiento, como el cantabile de los vientos en el tercero). El final fue un ejercicio de administración de tensión y ritmo, con poderosos ataques del metal (en una noche memorable) o una bien planteada sección fugada en cuerdas.

Lo lírico y lo dramático se hermanaron para un Chaikovski lleno de sabor en el que Petrenko sencillamente se salió y la orquesta (formidable en cada sección) se creció, sonando como sabe cuando está motivada. Por el dominio de Petrenko y el rendimiento de la OSG, esta será una de las perlas de la temporada.