Las voraces avispas merman la cosecha de muchos viticultores. Algunos la han salvado gracias a redes que impiden su acceso
16 sep 2023 . Actualizado a las 23:03 h.«Se só ves para recoller as uvas, non veñas, xa chas recolleron elas». A Xosé Antonio Meixide solo le quedan unas pocas vides enteras y la retranca. Ese «elas» son las velutinas, las responsables de dañar, un verano más, su modesta producción vinícola en esta aldea de Sarandóns, en el municipio de Abegondo. Considera que, después de los apicultores, los viticultores de la franja atlántica son los principales damnificados de esta especie imposible de erradicar. Un recorrido entre las vides resume sus quejas en pocos segundos. Muestra racimos momificados absorbidos por las voraces avispas, que siguen aleteando a diario. Se da la casualidad de que Xosé Antonio, Tonecho, titular de Adegas Bordel, es alérgico a estos insectos, lo que le obliga a portar una inyección que utilizará en caso de picadura. Esta circunstancia le obligó a renunciar a sus colmenas.
Lleva muchos años observando los movimientos de las velutinas y ha estudiado un modus operandi contra el que intenta luchar. «Atacan a cepa onde hai uvas de maduración precoz, con moita concentración de azucre, comunícanse e invaden a parte escollida», señala Tonecho. ¿Y qué ha hecho este verano para minimizar los daños? Exponerse mañana y tarde para incomodarlas sulfatándoles agua mezclada con algún insecticida. También aquí la comunicación funciona entre ellas y optan por no acudir a las zonas empapadas. «E non te vaias un día á praia porque ao día seguinte xa as tes de novo devorando todo», añade el veterano viticultor mientras señala dos cepas totalmente arrasadas. «Non me dou ningún traballo recollelas», ironiza.
«Se só ves para recoller as uvas, non veñas, xa chas recolleron elas»
Con esta situación, el daño es doble. Por un lado, en la vendimia de Tonecho se pierden numerosos kilos de uva, pero también graduación, porque las velutinas siempre escogen el mejor producto. «E temos, dígoo en plural porque somos moitos os afectados, moitas dificultades para facer viños de calidade porque non podemos deixar acios máis tempo para madurar», lamenta Tonecho, quien se está iniciando en el método troyano para eliminar algunos nidos. Consiste en atrapar una avispa y marcarla en el tórax con algún tipo de insecticida antes de liberarla. «Cando retorna ao niño, o veleno entra en contacto coas outras e morren», explica el viticultor de Abegondo.
José Luis Bouzón, de Casa Beade de Paderne, sí ha ganado la batalla a las avispas. Sus vides tienen menos altura que las parras de Tonecho, lo que le ha permitido sellarlas con unas redes antigranizo, un sistema no especialmente costoso pero sí muy complejo a la hora de trabajar los viñedos. «Para aplicar un tratamento tes que retiralas, o proceso leva moitas horas», señala Bouzón en una parcela en el lugar de Loureiros, a caballo entre Betanzos y Coirós. El riesgo de la viticultura no pasa solo por las velutinas. «Puxémola hai dous meses porque os paxaros comezaban a comer as uvas», indica. En su teléfono muestra un vídeo del destrozo de las redes provocado por un jabalí.
Fue hace tres años cuando empezó a envolver las vides con redes y este año alcanzó el 80 %. Este sistema es muy popular en Italia, donde las granizadas son muy frecuentes. «Alí xa o teñen moi mecanizado, é como se movesen toldos de 500 metros», concluye Bouzón.