El Orzán en una peli de Coixet

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

MIGUEL VILLAR

Si existe la memoria fotográfica, ¿hay una cinematográfica?

16 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si existe la memoria fotográfica, ¿hay una cinematográfica? No solo la que te permite recordar secuencias, diálogos completos, bandas sonoras, sino aquella que te transporta de golpe a una escena concreta, incluso a un universo creativo.

El lunes entré en un café de la calle Orzán de esos que tienen algo difícil de definir pero que les aporta un encanto especial. Había un par de chicas en una mesa en la entrada, otra que leía un libro. Al fondo, dos chicas más. Pedí un té mientras intentaba arrancar un libro electrónico que se me resiste, mientras maldecía en voz baja estos inventos del demonio que no pesan en el bolso pero que de repente deciden que hoy no lees. A la versión en papel de Pura pasión no le habría pasado esto, me dije, mientras tiraba de móvil porque parece que nos falta algo si no tenemos un chisme en la mano, delante de los ojos.

Entre los tonos pastel de la cafetería, el té hirviendo y las voces de las chicas sentadas en un pequeño sofá, la tarde iba quedando muy lejos de lo que me devolvía la pantalla del móvil. Y entonces empezó a sonar Come prima, y una de las chicas dijo «es que están sonando todas las canciones de mi infancia». En la mía no sonaba mucha música italiana, aunque mi madre cantaba alguna vez Non ho l'età. Las canciones italianas no me llevan a la niñez, sino al cine de Isabel Coixet por culpa de Senza Fine y Mi vida sin mí, sospecho. En aquel café podrían entrar los personajes de cualquiera de sus películas, pensaba mientras Mina empezaba a cantar Il cielo in una stanza y yo me abrasaba la lengua con el té. La próxima vez que venga a rodar a Coruña tendremos que recomendarle un café allí, bien cerca de donde se casaron Elisa y Marcela.