Mercedes, la «clocharde» amable

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Mercedes, en el 2018, cuando vivía en una tienda hecha con paraguas en las explanada de Las Esclavas.
Mercedes, en el 2018, cuando vivía en una tienda hecha con paraguas en las explanada de Las Esclavas. ÁNGEL MANSO

Los coruñeses han intuido el drama que esconden su mirada cándida y su desarraigo, y se han volcado con ella en un intento vano por integrarla

01 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Un café para el desayuno de Mercedes. Lo dejo pagado». Y un cruasán para que ella pueda acompañar ese café... O tal vez un bocadillo para la noche... Impresiona la solidaridad y el cariño de los coruñeses con Mercedes, la sintecho de Riazor y Pérez Cepeda que acaban de llevarse a una residencia, como contó en La Voz la periodista Montse Carneiro.

Vagabunda, sí, pero no cualquier vagabunda. Mercedes está muy cerca de ese icono romántico que para los franceses representa el clochard de las orillas del Sena. Sí, Mercedes parece exactamente eso, una clocharde, casi la secundaria de una película de Jean Vigo, amable y feliz a su manera en su rol de despojada. De despojada de la vida, porque Mercedes nada tiene y malvive entre los que tenemos de todo.

Como clocharde habita un mundo organizado, con hábitos regulares e incluso con la percepción de vivir como los demás, aunque, en realidad, sin posibilidad de acceso a una sociedad que seguramente considera parte de su mundo y que en realidad se apiada de ella. Pero lo relevante es cómo los coruñeses han intuido el drama que esconden su mirada cándida y su desarraigo —imposible aventurar la etiología de su exclusión—, y se han volcado con ella en un intento vano por integrarla.

Las personas como Mercedes están psicológicamente fuera y sin posibilidad de acceso a la sociedad. De hecho, lo que quieren es que las dejen solas para vivir la vida sin obligaciones con nadie, tratando de encauzar su conflicto desde su existencia marginal. «Yo estoy bien, no necesito nada», insistía cuando la conocimos, hace ya unos años, en la frágil choza de paraguas que había erigido junto a las Esclavas.