Polémica vecinal por el vallado de la parcela de un edificio en Eirís

Caterina Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

La comunidad justifica el pago de 59.000 euros para evitar la «inseguridad», pero otros residentes se muestran en contra de la medida

10 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Parece que nos quedamos encerrados», comenta una vecina de uno de los cuatro portales que conforman el edificio de la avenida Lamadosa, esquina con la calle Javier López, ante los trabajos de un operario que instala unas vallas para cercar el perímetro del inmueble, situado en Eirís. La medida fue consensuada por la comunidad vecinal para «proteger a los habitantes del edificio ante la inseguridad por robos, vandalismo, y de heces y orines de perros» en los soportales. Sin embargo, otros residentes se vieron sorprendidos por el inicio de unos trabajos que consideran «innecesarios».

La propiedad de vecinos decidió en el 2018 llevar a cabo la iniciativa, pero algunos propietarios que no estaban de acuerdo optaron por recurrir el caso en los juzgados y pedir la nulidad del acuerdo, que establecía el pago de una derrama de 14.800 euros por varios conceptos, de los cuales 1.550 eran para la redacción del proyecto para el cierre perimetral del edifico, valorada en más de 59.011 euros. Finalmente, la justicia dio en el 2020 la razón a la comunidad vecinal bajo los argumentos de inseguridad por hechos como la quema de los portafusiles del cuarto de contadores, el cambio de cerraduras tras la desaparición de llaves, la falta de cableado de toma de tierra en varios pisos, la puerta de un portal forzada, el robo de llantas y ruedas de un coche y otros hechos similares que, según el presidente de la comunidad, suponen 9.000 euros anuales.

A pesar de la decisión judicial, son muchos los residentes que con el comienzo de las obras muestran su malestar. «Hay gente que votó que sí y ahora, al ver cómo va a quedar, no está contenta. No sé en que estaban pensando porque no hay ningún problema de seguridad y, si lo hubiera, el que quiera entrar a robar va a saltar las vallas. Los perros que hay aquí son de los propios vecinos. ¿Qué va ser lo siguiente, pedir que cierren los soportales del Ayuntamiento?», comentó ayer una vecina que paseaba con sus nietos. Otra señalaba que la instalación podía suponer un «peligro» para los niños que juegan en el área. «Aquí paseamos los que vivimos en el edificio, ya que por aquí no viene nadie de fuera excepto visitas de familiares». Para algunos la idea viene de «dos o tres que tienen una idea de la convivencia especial porque ya en alguna ocasión han increpado a los que están paseando tranquilamente».

Por su parte, los que votaron a favor del cierre defienden que la zona «parecía la Marina o la calle Real, todos paseando aquí y con perros cuando es una propiedad privada». De hecho, hay varios carteles que lo recuerdan. Ahora, cuando acabe la instalación, los vecinos tendrán una nueva llave. «Y todo para vivir encerrados como en un gueto», lamenta una residente.