Seis meses de auténtica pesadilla

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Imagíneselo. En su edificio hay un piso desocupado. De pronto, se instalan unos traficantes en él y se ponen a vender droga

21 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay noticias que se leen con verdadera angustia. El relato que aquí hacía Alberto Mahía de la situación del narcopiso de la calle San Lucas de la Sagrada Familia es una de ellas. Imagíneselo. En su edificio hay un piso desocupado. De pronto, se instalan unos traficantes en él y se ponen a vender droga. Quitan las bombillas de las escaleras, porque les favorece la penumbra, e inyectan una dosis letal de intranquilidad que fácilmente puede llevar su vida a la locura. Las escaleras se llenan de papelinas y excrementos. Los toxicómanos suben y bajan. Día a día, se suman los destrozos. Y usted ahí, vecino de un barrio humilde fuera del foco del centro (algo le dice que una cosa así en la plaza de Vigo no se toleraría jamás), y con menores, se ve atrapado. Porque si sale con ellos, cuando cae la tarde y ya no hay luz, puede ocurrirle que al bajar las escaleras acaben pisando algún cuerpo.

Al leerlo me vino a la mente lo ocurrido en los primeros noventa en O Birloque, cuando el término narcopiso no existía pero sí la realidad a la que se refería. Entonces los vecinos, hartos, se echaron a la calle con un enorme cartel que decía «se vende droga», indicando piso y puerta correspondiente. A veces, semeja que hayamos vuelto a unos años que parecían superados. En la Sagrada Familia se añadió la macabra novedad del momento. También hubo un incendio provocado por una banda rival, igual que ocurrió en el edificio okupado de la calle Asturias, en Os Mallos.

El sábado se publicó la información. Como suele pasar cuando un tema oculto se hace de dominio público, todo se precipitó. Este jueves, la policía intervino en el piso por orden judicial. Y los vecinos empezaron a respirar tras seis meses. No tendrían que haber esperado tanto.