El toque Lubitsch

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

«Ser o no ser» (Ernst Lubitsch, 1942)
«Ser o no ser» (Ernst Lubitsch, 1942)

Al final, va a resultar que ese leve humor atlántico del que tanto presumimos aquí no es atlántico, sino centroeuropeo

07 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta Garci en El toque Lubitsch y otros roces que ese matiz único que imprimía Ernst Lubitsch a sus películas nació una noche en que el cineasta tropezó en la entrada de un club de Budapest con un cartel: «Los miembros de este club no están autorizados a invitar a sus amantes... a menos que las mismas sean esposas de otros miembros».

Lubitsch —quien, como apunta Garci, decía mucho más filmando una puerta cerrada que otros directores con la puerta abierta de par en par— podría haberse encontrado ese mismo letrero en aquella Coruña de las apariencias donde, según los más veteranos, había quien empeñaba el colchón para poder ir a los toros y dejarse ver en el tendido con un habano entre los labios.

No se trata ahora de hacerlo hijo adoptivo de la ciudad, porque enseguida nos acusarían de apropiación cultural o como se diga. Al contrario, en lugar de traernos a Lubitsch a Coruña, que quedaría algo forzado, yo enviaría a una de sus películas, por ejemplo, a Wenceslao Fernández Flórez. Nos sorprenderíamos de lo bien que encajaría esa elegante ironía suya en medio de los diálogos de Ninotchka y Ser o no ser.

Al final, va a resultar que ese leve humor atlántico del que tanto presumimos aquí no es atlántico, sino centroeuropeo. Esto viene a confirmar que vivimos y reímos por las mismas cosas y que somos mucho más iguales de lo que sospechamos. Salvo los supremacistas, a los que habría que imponer la regla que Chumy Chúmez explicó hace muchos años en una viñeta en La Voz: «La pena de muerte solo se aplicará a los partidarios de la pena de muerte». A los supremacistas les propinamos la misma receta: somos todos iguales, menos los supremacistas, que son inferiores a todos los demás.