Black is black

A CORUÑA

CAPOTILLO

Ahí estamos otra vez atacando el pedal del acelerador del consumo

24 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes de que exploten entre mil renos los escaparates de Tiger, de que la fachada de El Corte Inglés se inflame de bombillitas, antes de que el abeto gigante de Zara Home cobre vida propia, antes de que las luces de la calle y el árbol del Obelisco nos hagan olvidar por un momento ese «¡apaga la luz, que no somos de Fenosa!» que nos gritaban nuestras madres de pequeños, antes por tanto de que la Navidad nos estalle en la cara, esta ciudad parece (como todas, claro: bendita globalización. O no) la fantasía de Mick Jagger viendo todo negro, la obsesión de Los Bravos. Un black is black en toda regla pero en lugar del machacón tutututú-tututú-tututú del bajo y la batería de aquel temazo, el ritmo lo marca este consumismo loco en el que nos hemos metido o en el que nos quieren meter. ¿Qué clase de parva eres si no aprovechas esta semana para comprar la tele, la bici, los zapatos, hasta las bragas, con un suculento descuento? Cuanto te llegue el cargo a la tarjeta ya pensarás si te hacían falta la bici, los zapatos, las bragas. Es lo de menos, claramente, la necesidad. Importa esta urgencia por no quedarse atrás, la competición por conseguir la ganga del siglo.

Tanto que pensábamos que nos iba a cambiar los esquemas la pandemia, tanto que decíamos que ahora íbamos a ir más despacio, saboreando más la vida, pisando el freno, y ahí estamos otra vez atacando el pedal del acelerador del consumo, tutututú, con los escaparates de media ciudad teñidos de negro desde hace semanas, porque este vendaval claramente amazónico arrastra a todo el comercio, el pez grande y el pez chico, que no tiene más remedio que subirse a esta alta velocidad que no va sobre raíles sino sobre el plástico de la tarjeta, a toda vela.