A pesar de todo, el festival resiste. Marta define los meses previos como una época de incertidumbre, aunque mantuvieron la esperanza de que se celebrase hasta el final. «Nos mirábamos los tres la semana anterior y cruzábamos los dedos», dice. Empezaron a trabajar en febrero y le plantearon el proyecto al Ayuntamiento sin saber si se iba a llevar a cabo. Han conseguido sortear los obstáculos adecuándose a las exigencias de la pandemia. Explica que durante la organización del festival las Administraciones les proporcionaron «un marco seguro para trabajar» y confirma que el despliegue de medios a la hora de asegurar la cultura y las restricciones sanitarias es amplio. «Tenemos compañeras del mundo del circo y del teatro que nos han ido contando cómo eran los protocolos», comenta. Han acotado el espacio con vallas creando puntos de acceso de entrada y salida, y con un equipo de acomodadores y seguridad.
Con aforo reducido pero con muchas ganas de encontrarse: «Todos tenemos ganas de reír, de disfrutar del arte en la calle», cuenta. Asegura que el público «se ha portado muy bien», cumpliendo con las medidas requeridas y con mucha paciencia. «Saben que tienen que echarse el gel y mantener la distancia de seguridad. Todos sabemos lo que tenemos que hacer», expresa. Asegura que «lo más bonito» es, después de veinte años, seguir recibiendo el reconocimiento de la gente. «Es muy agradable cuando se te acerca alguien y te dice que qué bien que se celebren los Manicómicos».