El SMS ha resucitado

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Vacunación contra el covid-19 en Expocoruña
Vacunación contra el covid-19 en Expocoruña César Quian

Llevábamos años sin usar los SMS y ahora toqueteamos cada cinco minutos el móvil en busca de la notificación perdida

01 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No mirábamos tan fijamente una pantalla desde que aquella rubia que estaba de Erasmus prometió mandarnos un mail que se debió de quedar atragantado en un cable de Palo Alto.

Llevábamos años sin usar los SMS y ahora toqueteamos cada cinco minutos el móvil en busca de la notificación perdida. Los mensajes de texto permanecían arrumbados en el desván del teléfono, junto a otras aplicaciones que solo sirven para ocupar megas. Si ahora mismo le envías a alguien un SMS en lugar de un wasap, te mira raro, con los emoticonos de mirar raro que hay en el teclado a mano izquierda, y te pregunta si no prefieres subir al parque de Santa Margarita y hacer señales de humo, que es más moderno.

El caso es que cuando ya utilizábamos los SMS incluso menos que el buzón del portal, adonde ya ni se asoman las arañas porque les da apuro verse tan solas, resulta que llevamos unas semanas revisando en modo psicópata ese icono olvidado del móvil como si nos fuesen a filtrar por esa vía la combinación de la primitiva o, mucho peor, como si hubiésemos retrocedido 20 años y tuviésemos que volver a ligar en analógico, yo Tarzán, tú Jane, ella Chita, y en ese plan.

Pero los que andamos vigilando ahora la alerta del SMS, cosecha de 1971, ya no confiamos en los juegos de azar, y mucho menos en el azar del juego. Así que no es que esperemos ansiosos que nos vaya a escribir el último amor del tiempo añadido. Quién quiere un crush de entretenimiento cuando al otro lado del teléfono anda el Sergas enviando citas para la rave de las vacunas de Expocoruña.

Fantaseamos con ese texto robótico, con fecha y hora para el pinchazo que llevamos esperando desde que aprendimos a deletrear Wuhan. A estas edades, ya solo queremos que nos quiera el Sergas.