Cuanto más oigo parlotear a Pedro Sánchez y Pablo Casado (etcétera) más quiero a los romanos, a los de cuando Roma era la capital del universo
18 may 2021 . Actualizado a las 23:33 h.Cuanto más conocía a los hombres, más quería lord Byron a su perro. Lo que para media humanidad constituye una provocación, para un gallego resulta una obviedad: el perro de la casa, que se suele llamar Ney, como el mariscal de Napoleón, por supuesto que es mucho más importante que la mayoría de las visitas, que deberían quedarse en el perchero, junto a las gabardinas caducadas y los paraguas robados en los cafés.
Yo ya no es que quiera cada día más a mi mascota -en mi caso, una gata albina-, es que cuanto más oigo parlotear a Pedro Sánchez y Pablo Casado (etcétera) más quiero a los romanos. No a los romanos de ahora, que son buenos tipos sin más, sino a los romanos de cuando Roma era la capital del universo. Sí, pongo la tele y me entra una nostalgia tremenda y quiero volver con Adriano, Trajano, Marco Aurelio, e incluso con Augusto. Solo un ejemplo tonto: a Augusto le escribía sus loas Virgilio y a Sánchez se las escribe Irene Lozano. No sé, pero descender de la Eneida a Manual de resistencia es como lo del Dépor, que pasó de jugar semifinales de la Champions a rezar por quedarse en Segunda B.
Eran gente de ley los romanos. A los de provincias no nos daban la barrila con que si Roma era la libertad y que si Roma era el Imperio y el Imperio era Roma. En A Coruña nos pusieron un faro a estrenar y una calzada libre de peaje para ir a papar pulpo a Lucus Augusti por el San Froilán.
A mí más que imitar a Brian (sí, el de La vida de Brian) y hacer una pintada en la torre de Hércules en plan «¡Romanos, go home, bases fóra!», me dan ganas de escribir «¡Romanos, volved pronto!». Porque desde que se fueron, Gallaecia ya no es lo que era. Seguro que Astérix y Obélix estarían de acuerdo en que contra los romanos vivíamos mucho mejor.