«A Jonnier lo mataron las enaguas»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Siro

Un joven «resultón y mujeriego» fue asesinado en el 2012 por encargo de una de sus múltiples amantes tras descubrir que también se acostaba con su hija

15 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Jonnier Alejandro Arenas murió con 22 años de una certera cuchillada en el corazón en el portal de su casa del barrio coruñés de A Cubela. Ocurrió en la medianoche del 11 de enero del 2012 y media hora después un primo suyo no necesitó informe forense ni investigación alguna para dar a conocer el móvil: «A Jonnier lo mataron las enaguas». Ni una discusión de naipes, una deuda o un atraco a manos de un toxicómano al que le temblaba más el mono que la mano. Su pariente lo conocía bien y sabía que este joven colombiano nunca dio escándalos ni andaba metido en asuntos feos. Ni alternaba con gente de dudosa reputación y oscuras fortunas. El único motivo que daba de qué hablar era su alcoba.

Para que nos entendamos, Jonnier «era un mujeriego de tomo y lomo», un chaval que cuando no estaba en el trabajo estaba abrazado a una mujer y le faltaban horas del día para no desatender ambos asuntos. Para hacerse una imagen de hasta donde llegaba su compromiso carnal, hay que contar que a las once de la noche de aquel día se despedía de la cama de una joven porque una hora después tenía una cita con otra. Y habría una tercera esperando si no fuera porque la segunda ordenó matarlo. Porque no podía vivir pensando que el fallecido se veía con ella, con su hija de 16 años y sabe Dios con cuántas más.

Así que, cegada por los celos, convenció a la menor de que tenían que buscar dos hombres capaces de mandarlo al otro mundo. Milena, que así se llama la inductora, no buscó a un matón de película, con antecedentes por robo con violencia y tenencia ilícita de armas. Uno de esos tipos que trabajan a tanto la pieza: un susto tiene un precio; una pierna rota, otro. Por el contrario, echaron mano de un hombre y de un chaval que podrían presentarse a un casting de Disney. Dos seres humanos sin antecedentes a los que lograron convencer de matar a un semejante. Uno era el novio de la hija y el otro el ex marido de su madre. Mientras el segundo solo era el acompañante, el que iba por si las cosas se ponían feas, el primero fue quien le clavó un cuchillo en el corazón a Jonnier.

La policía siempre sospechó, tal y como reconocieron los agentes en el juicio, que Milena se arrimó de nuevo a su ex pareja por interés, más que por amor. Porque andaba mal de dinero y porque podría ser el hombre que la ayudase a cumplir su propósito de matar a Jonnier.

Por eso tanto para las acusaciones como para el jurado, la peor de los cuatro era Milena Carolina. Porque a veces aparecen asesinos que no empuñan un arma, que con labia y mala sangre consiguen que otros hagan el trabajo sucio. Y esta mujer, nacida en Colombia y militar de profesión en Ferrol, para la investigación, es un claro ejemplo de eso. Fue ella la que calentó al resto, quien los manipuló y envenenó. Madre e hija les contaron, faltando a la verdad, que Jonnier había abusado de la menor y que la había dejado embarazada. 

Así fueron los hechos

Así que, los cuatro, llenos de rabia, se citaron el 11 de enero del 2012 en casa de Milena. Ahí resolvieron que la inductora quedaría por teléfono con la víctima junto a su domicilio, en la plaza de A Cubela. Y cuando Jonnier apareciese, los hombres saldrían a su paso para matarlo. Dejaron a la menor en casa y los tres pusieron rumbo al domicilio de Jonnier. Una vez allí, la mujer se quedó en el coche y envió un mensaje a la víctima avisándolo de que bajara, que ya había llegado. Cuando lo hizo, Álvaro Steven, el brazo ejecutor, le hundió un cuchillo en el corazón y salieron corriendo hacia el coche. Hasta ese momento, el plan les había salido redondo. Pero se encontraron con Carlos Temprano, el inspector de homicidios y crimen organizado que desde que se graduó no dejó que ningún polluelo se le fuese volando. No tardó ni dos semanas en detener a los cuatro. También hay que reconocer que los culpables, en lugar de borrar pruebas, las fueron regando por donde pasaban.

En el juicio, con el penalista Manuel Ferreiro llevando la acusación particular, todos se sacudieron las culpas. La hija de la inductora, que por tener 16 años fue procesada como menor, dio un paso al frente que nadie había querido dar. Asumir la autoría intelectual del crimen. Juró que lo urdió ella sola, buscó a las personas idóneas, le puso fecha, llevó a la víctima adonde ella quería y envió a dos hombres contra él. Declaró que no lo quería matar, solo que sufriera, pero a uno de los sicarios se le fue la mano y le clavó a la víctima un cuchillo en el corazón.

Dos días después, la adolescente se presentó en el velatorio, se puso frente al cadáver, sacó su teléfono móvil y le hizo una foto. Luego la envió a una de las muchas amantes con las que el hombre la engañaba adjuntando un mensaje revelador y tétrico: «Ya te dije que si no era para mí, no sería para nadie».

La muerte del joven al que tanto quiso, sin importarle tener que compartirlo con su propia madre y sabe Dios con cuántas mujeres más, no la encogió. Sentada tras un biombo por ser menor y a un metro del jurado popular, declaró que su intención no era la de matarlo, sino de darle un duro escarmiento. Porque matarlo «sería una venganza muy dulce para alguien como él, que no sentía nada por mí, ni por mi madre, ni por ninguna de las mujeres con las que estaba». Y si no era matarlo, ¿cuál era su propósito? Pues «darle una paliza, que sufriera lo máximo posible, y cuando se curase, volver a pegarle, y así siempre».

El fiscal, en su legítimo papel de aguarle la declaración, le preguntó si todo esto lo dijo porque es menor, sabía que no irá a prisión y así salvaría a su madre. La adolescente lo negó. Y el jurado no la creyó.

Finalmente. Milena fue condenada a 20 años; el autor material, que falleció en prisión por una sobredosis, a 18, y su cómplice, a 7.

La inductora

Cumple una pena de 20 años por convencer con mentiras a dos hombres para que matasen a su amante tras enterarse de que este también mantenía relaciones con su hija de 16 años.

Autor material y el cómplice

Un joven amigo fue quien apuñaló a la víctima. Iba acompañado por el ex marido de la inductora. El primero falleció en prisión cuando cumplía 18 años. El otro ya salió libre.

El asesinato

El 10 de enero del 2012, la inductora llevó en su coche a los dos hombres. Llamó al fallecido por teléfono para que bajase al portal. Cuando lo hizo, lo esperaban el ejecutor y su cómplice.