Chopin-Blechacz

Antón de Santiago CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Víctor Pablo dirigió al pianista polaco en la interpretación de uno de los conciertos de su gran compatriota

13 abr 2021 . Actualizado a las 16:09 h.

Víctor Pablo (Burgos, 1954) dirigió el 19.º de abono de la Sinfónica de Galicia en el Coliseo. Programa idóneo para ratificar su bien demostrada ductilidad. Concierto n. 1 en mi menor, op. 11 de Federico Chopin (1810-1849), al piano el polaco Rafael Blechacz (1985), la gran revelación en el 2005 del Premio Chopin de Varsovia. Después la Sinfonía n. 9 op. 70, de Dmitri Shostakovich (1906-1975).

Aquel talentoso niño se nutrió de Bach y Mozart y de la música popular polaca. A los 20 años, antes de abandonar Varsovia, tenía dos conciertos para piano: en fa mayor y en mi menor. El editor convirtió el segundo en el primero. Chopin es epítome del sentimiento romántico: introspección, lirismo, emotividad, invención melódica. El Concierto se presenta con extensa introducción orquestal, llena de bellezas melódico-armónicas, que el piano glosa con prodigalidad virtuosística, de profunda sustancia musical, en tanto el colectivo mima al solista. Enamoradizo y tierno, el autor vuelca en el Romance su confesado amor por la cantante K. Gladkowska. El Rondó final es la expresión de la fiesta popular. Blechacz, fiel a su profundo conocimiento de la obra de su compatriota, hizo cabal interpretación: los demandados espressione, legato, las dinámicas, el touch y la belleza sonora. A ello Víctor Pablo y la orquesta contribuyeron con total entrega.

Ganada la batalla a los nazis, todos esperaban, por mor del realismo-socialista, una sinfonía épica. Inicialmente, Shostakovich la pensaba también con grandes coros. A la vez, un Shostakovich dirigido por Víctor Pablo habría de ser asimismo de amplia extensión y grandes sonoridades, como tantas veces nos ofreció. Dmitri se salió por la tangente y como dijo a Mvrinski, «derivé a la seudocomedia» y su biógrafo K. Meyer llamó «scherzo sinfónico lleno de enigmas». Esto es la 9.ª, a la que se acogieron director y orquesta para ofrecer toda la gracia, el sarcasmo y cierta melancolía, que el autor distribuye, en 25 minutos, entre el amplio orgánico, grupos camerísticos y los solistas. Preciso, rítmico, alegre, Víctor Pablo y formidables los solistas Harriswangler, Walker, Ferrer. Afectuoso saludo al director y grandes ovaciones para todos.