Este año los choqueiros se disfrazan en casa

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Como la pandemia impide el bullicio, los amantes del carnaval lo disfrutarán en casa o en la calle solos o con convivientes. Antes, algunos incondicionales de la fiesta muestran a La Voz sus trajes

13 feb 2021 . Actualizado a las 23:48 h.

El carnaval pasará de refilón. La pandemia obliga. En ninguna cabeza cabe que en medio de un tsunami de contagios, hospitalizaciones y muertes se permita una fiesta que reúne a miles de personas. Pegadas unas a las otras como si bailaran una canción lenta. Supone un gran disgusto, pero es impepinable. Se trata de salvar vidas y ante eso no hay nada más que decir. Por eso este año, con todo el dolor del corazón, no habrá carnaval más allá del que se disfrace en casa o salga a la calle solo o en compañía de sus familiares más cercanos. Será el entroido de los choqueiros convivientes. Unos por aquí, otros por allá, pero nunca juntos. Ni entierro de la sardina, ni entronización del rey Momo ni el tradicional sambódromo de la calle de la Torre.

Ante semejante situación, algunos de los clásicos del carnaval coruñés han posado para La Voz en sus domicilios con el disfraz que tienen elegido para lucir en casa o en solitario en la calle. «Que no podamos celebrarlo como Dios manda, en la abarrotada avenida de la Torre, riéndonos unos de los otros, no supone que lo disfrutemos igualmente. Ya sea en el piso con la familia o fuera, de uno en uno y sin aglomeraciones», dice Álvaro Segade, uno de los míticos choqueiros coruñeses, con placa propia en la calle del olimpo del entroido coruñés.

Ahí donde manda la tela y la poca tela que hay que invertir para disfrutar de la fiesta, única en el mundo. Los choqueiros son personas honorables todo el año y cuando llega el carnaval pierden la vergüenza. Los hay que no gastan ni en horquillas. Para disfrazarse, revuelven el armario, buscan lo más chillón, lanzan la ropa al aire y donde le caiga ahí queda. 

Propuestas

Romualdo Irixoa, otro de los choqueiros más célebres, pone algo más de empeño a la hora de elegir el disfraz. Entiende que este año no pueda celebrarse el carnaval «como estamos acostumados». Agradece la sensibilidad del Ayuntamiento con las comparsas, pues nos pidieron propuestas. Incluso, se habló de trasladar el entroido a la semana grande de agosto. Todo dependerá de cómo vaya la pandemia en esas fechas.

Se echará en falta casi todo. Como la ausencia de los Kilomberos de Monte Alto pese que este año cumplen 30 años. La batucada confirmó a través de sus redes sociales que debido a las restricciones no actuarán durante este entroido. Desde la dirección del grupo no descartan llevar a cabo alguna iniciativa a través de las redes sociales, pero se han mostrado muy tristes por la situación.

Como ellos, el resto de comparsas se encuentra en la misma situación. Sus miembros no saldrán en grupo. Lo hará cada uno por su cuenta. «Porque lo llevamos en la sangre y forma parte de nuestra vida», dice Fran Cuesta, de Monte Alto a 100.

Como en la sangre lo lleva también Ángel López (Geluco), fundador y primer presidente de Monte Alto a 100. Triste por no poder celebrar el carnaval como siempre lo hizo, pero satisfecho y esperanzado porque siente que «el entroido ha crecido mucho en los últimos años con la incorporación de jóvenes y de muchas mujeres, algo que en los viejos tiempos no se veía tanto». Pilar Ferreiro es un ejemplo. Ourensana de nacimiento y de Monte Alto de corazón, lleva el entroido en el alma. Pertenece a los Kilomberos y «eso es una excelencia».

Hay choqueiros que lamentan, en cambio, que la media de edad de los miembros de las comparsas es cada vez mayor y desearían que las nuevas generaciones se sumen. «Hai que crear tradición, que vaia de pais a fillos», dice María Fernández.

 Nueve comparsas

Actualmente hay en A Coruña nueve comparsas y «baixo o meu punto de vista melloraron moitísimo, aínda que pódese mellorar máis», cree Mercedes. Os Maracos cuentan con 63 personas, Pantaleón lleva más de 80, los Kilomberos alrededor de 40. Hay gente. «Normal, é que se pasa moi ben», defiende Romualdo Irixoa. Pero más allá de la fiesta, el ser choqueiro significa mucho más: «A cousa ten a súa historia. É o disfraz dos pobres. Os que tiñan diñeiro ían ás mascaritas das sociedades, pero os que só tiñan catro trapos botábanlle imaxinación e saían a divertirse», explica Romualdo.

Aunque no haya pasillo en el mundo tan grande como la calle de la Torre, este año toca recorrer el de casa. Y salir a la calle. Solo o con convivientes. «Lo pasaremos bien riéndonos un poco todos de todos, aunque sea a distancia», vaticina Pilar, que espera y desea, como el resto, encontrar una fecha antes de que termine el verano para celebrarlo como Dios manda.