Asegura que la venta de pisos cayó un 30 % en el 2020 y este año «empieza con más de lo mismo»
17 ene 2021 . Actualizado a las 08:44 h.Tiene 48 años muy bien aprovechados. Podría escribir un libro de anécdotas y vivencias. Las tiene alegres y tristes. Algunas sorprendentes. «Organicé la primera ruta de locales de fin de año. El recorrido empezaba en la cafetería Manhattan, seguía por La terraza de Juan Flórez, Paradise, Star, Finita, el Ritz de Sánchez Bregua y el fin de fiesta era en el Playa. Vendimos 3.700 entradas a 5.000 pesetas (30 euros). Ganamos una barbaridad. Siempre anduve buscándome la vida y durante la carrera vivía como un cura. Soy independiente económicamente desde los 16 años», asegura Manuel Conchado Puente. Es el propietario de la inmobiliaria Conchado Puente, que montó hace 15 años. «Somos la única de Galicia reconocida con el premio Ardán de alto rendimiento. Analizan los datos de todas las empresas y la trayectoria durante varios ejercicios. Hacemos ciento y pico operaciones al año. Vendemos un piso cada tres días más o menos. No tenemos nada que ver con otros negocios similares. Asesoramos al vendedor para que ponga un precio de mercado y al comprador para que pague lo razonable. La clave es conocer mucho el sector y eso es imposible si no tienes mucho volumen de negocio. Somos gestores de información», destaca. Charlamos en la terraza del café Mario de la calle Pardo Bazán. Son las cinco y pico y a las seis cierran.
Los primeros negocios
Manuel habla tanto que de vez en cuando tengo que cortarle. Me cuenta que nació en Asturias por accidente, pero que a los 7 años ya jugaba por A Coruña. «Mi padre era director regional de Nestlé. Mis amigos venían encantados a casa porque siempre había chocolatinas», recuerda. Estudió en los Maristas y en 3.º de BUP cambió a Zalaeta. «Me sirvió de mucho para abrir la mente. Al principio fue un choque porque había cantidad de aulas por curso, pero al final hasta me eligieron delegado de clase», comenta. A esa temprana edad comienza su andadura profesional. «Llevé el local Contraste en la playa del Orzán. Ganaba 300.000 pesetas al mes (1.800 euros). Después estuve en Recreo, Star, El Cairo... Hasta que empecé la carrera de Económicas en Santiago. Allí monté un negocio que era un telebar, como un telebotellón para servir bebidas a domicilio. Fue un fracaso. Me di cuenta que hay que hacer un estudio de mercado», relata. También recuerda su etapa de organizador de fiestas de paso del ecuador. «Les facilitaba todo a los estudiantes. Funcionó de maravilla hasta unas Navidades en las que se me juntaron 8 el mismo día. Me llevé el equipo de música del Brothers de Santa Cristina a una. Por mi culpa acabaron anulando las fiestas universitarias en las facultades».
El barco de vela
Está soltero, no tiene hijos, y no quiere saber nada de las redes sociales. Dice que su móvil no para de sonar, pero «el fin de semana desconecto. Tengo una empresa de software con un socio y conozco el valor que tiene la tecnología. Pero no en el plano personal». Dice que la mejor compra de su vida es «un velero en el que me escapo en cuanto hace un poco de buen tiempo. Es mi pasión. Hago deporte con un entrenador personal y juego al pádel», comenta Manuel, fiel seguidor del Dépor.
Sector inmobiliario
«Está habiendo un bajón en la venta. Es un momento delicado», asegura el experto. «Venimos de un 2020 extraño en el que hubo un bum en primavera y después pasó. Fue muy irregular y se vendió un treinta por ciento menos que el año anterior. El 2021 parece que empieza con más de lo mismo», reflexiona este emprendedor que pasó por diversas empresas de diferentes sectores antes de meterse de lleno en el inmobiliario. «Un amigo me pidió si le vendía una oficina y poco a poco... Hace poco compré un edificio en la calle del Pozo y lo vamos a destinar a viviendas de alquiler, es una nueva línea de negocio», avanza mientras me enseña en el móvil imágenes del inmueble y de sus galerías. El chico espabilado que a los 16 años organizaba todo tipo de fiestas ahora compra y vende viviendas sin parar.