Agente, no es un baño, es un lavado de cornetes

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Playa de Riazor.
Playa de Riazor. Ángel Manso

Las ingeniosas y sorprendentes excusas de los que se saltan el confinamiento

09 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de estas tardes radiantes de mayo, la policía se acercó a la orilla de una playa coruñesa en la que un individuo de mediana edad disfrutaba de un baño reparador. Todo invitaba a la zambullida, pero no estaba autorizada. Las fuerzas del orden acudieron a advertirle de que no podía nadar y lo invitaron a salir del agua. Pero el bañista no había dicho su última palabra: «No es un baño, agente, es un lavado de cornetes por prescripción médica, para prevenir la sinusitis».

Impresiona el inagotable ingenio de los españoles a la hora de poner excusas a conductas irregulares, y las restricciones del estado de alarma están exprimiendo hasta las últimas gotas de lucidez. Al hombre en cuestión no le sirvió de mucho la lección de anatomía, pero nos ha ilustrado a algunos sobre la (según parece) recomendable práctica de pasar por agua salada estas partes de la cavidad nasal.

La escena, digna del gran Berlanga, no es la única a la que hemos asistido como espectadores en esta película del coronavirus. El bingo de ventana a ventana que paró la policía en la Costa da Tapia es otra secuencia con guion de Azcona: un edificio entero cantando líneas en la fachada gracias al juego de lotería que conservaba un vecino. El asunto debía de estar animado, porque se celebró ya en horario del paseo vespertino y, sin embargo, muchos prefirieron mantenerse confinados para poder cantar números desde el balcón.

El ingenio rezuma también al volante. Un coruñés cazado en un trayecto no autorizado se justificaba así esta semana: «Mire, es que vengo de celebrar el cumpleaños de mi jefe». Lo que recuerda a un caso similar de Ferrol en el que el conductor alegó «motivos ideológicos» para estar fuera del domicilio, y añadió que en cualquier caso no se sentía «representado por el Estado». Algo así como «déjeme tranquilo y no moleste, que no me siento español».

No veo la tele, no tengo Internet y no me he enterado de nada. ¡Ya me parecía raro ver tan pocos coches en la calle.

En Vimianzo conocen bien a un reincidente que ha sido detenido ya 11 veces por saltarse el confinamiento. Sus mejores justificaciones fueron: «Llevé a mi novia a casa y aproveché para estirar las piernas» y «me aburría y me fui a dar una vuelta con esta gente». Pero no resultaron lo bastante buenas para convencer a la policía. Y en Monforte, un vecino tuvo la idea de recurrir al paseo de animales para estirar las piernas. Como no debía de tener perros a mano, le pareció oportuno ponerle la correa a un par de cabras y sacarlas a dar una vuelta por el centro de la villa.

También muy de Berlanga. Pero nada como el nihilismo de ese señor de Pontevedra que decidió hacerse el despistado cuando le dieron el alto: «¡Ah!, es que no veo la tele, no tengo Internet y no me he enterado de nada. ¡Ya me parecía raro ver tan pocos coches en la calle!».