Los dos meses que nos cambiaron la vida

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Ángel Manso

Solo pasaron ocho semanas de la llegada del coronavirus a España y tres del primer ingreso en A Coruña. Ya nada es igual. Se pasó del Entroido a no poder sentarse en un banco a ver el mar

31 mar 2020 . Actualizado a las 21:49 h.

Casi nadie lo vio venir. ¿Quién iba a imaginarse esto? Cuando el 31 de diciembre del 2019 China advertía de la aparición en la ciudad de Wuhan de una serie de casos de neumonía de origen desconocido, se pensó que se trataba de un problema sanitario puntual. Como el aleteo de un gorrión en la otra punta del planeta. Lo mismo se pensó 11 días después, cuando moría el primer afectado y la OMS era informada de la aparición de un coronavirus para el que no había vacuna. Día a día empezaron a fallecer cientos de personas. Ya no solo en China, sino también en países de su entorno. «Demasiado lejos», se pensaba. Llegó entonces a Italia. Y si los italianos no tomaron medidas en un principio para contenerlo, el resto de naciones europeas tampoco.

Así transcurrió la vida desde que el COVID-19 llegó al país hasta nuestros días:

31 de enero. Primer infectado en España. La vida transcurría con absoluta normalidad. Como en todas las ciudades del Estado. Dos días después de que se detectase el primer positivo, una multitud llenó Palexco con motivo de la Hobbycon Coruña. Aquel día, cerca de un millar de alumnos de varios colegios formaban una cadena humana en el paseo marítimo por la paz. El 4 de febrero, decenas de estudiantes se reunían en el Ágora con la corporación local. Y el 6, el instituto de Salvador de Madariaga llenaba todo su patio para saber cómo actuar ante un accidente. A todo eso se fue sumando en los días posteriores inauguraciones en el Quiosco Alfonso; entregas de premios a economistas; una reunión de Feijoo con la gestora del PP local; la final del torneo de debate, minutos de silencio contra la violencia de género frente a todos los edificios de todas las Administraciones; el partido en Riazor del Deportivo Abanca contra el Valencia; la concentración en el Obelisco para esclarecer la muerte de Diego Bello.

3 de marzo. Primer fallecido en el país. Aunque se supo el 3 de marzo, la primera víctima del virus fue a mediados de febrero. Apenas había contagiados registrados en las últimas semanas de aquel mes. Y A Coruña rodaba como siempre. Hubo manifestaciones, competiciones deportivas, la reina Letizia visitó la ciudad el día 28, hubo una feria de biocultura en Expocoruña, comenzó la demolición del viaducto de la ronda de Nelle y miles de personas llenaron las calles para celebrar el entroido.

4 de marzo. Primer infectado en A Coruña. Un hombre de 49 años que había viajado desde Madrid a una entrevista de trabajo. Aquel mismo día, se supo de un brote en el centro cívico de Feáns. Un día después de que miles de personas participasen en la marcha del Día de la Mujer, tres de una manifestación de estudiantes y de la entrega del título de hijo adoptivo a Arsenio Iglesias, cinco de una redada por drogas en Monelos y una semana del partido entre el Deportivo y el Lugo que llenó Riazor.

14 de marzo. Se decreta el estado de alarma. Aquel día, cuando se ordenó el cierre de todo lo que no fueran farmacias, quioscos y áreas de alimentación, había registrados en España 4.500 casos y 130 muertos. Dos días antes, decenas de trabajadores de Alcoa se manifestaron y el CEIP Someso celebró su 60 aniversario. En A Coruña, aquel día, había 15 personas hospitalizadas. Miles de personas llenaron los supermercados para abastecerse.

16 de marzo. Primer fallecido en la ciudad. Fue un hombre de 45 años, usuario del centro para discapacitados de Aspronaga en Oleiros. A los pocos días se supo que varios familiares e internos también estaban infectados.

 Desde aquellos días, la vida es otra. El estado de alarma lo respeta la inmensa mayoría, unos lo fueron asumiendo poco a poco y otros, los menos, se lo saltan. Pese a que la cifra de afectados y de fallecidos no ha parado de incrementarse. Pero también se volvió una ciudad de aplausos, de agradecimientos, de solidaridad y de conciertos en las ventanas.