Esther Martínez Barreiro, «duendes del sentimiento cantan en su corazón»

José Blanco SADA

A CORUÑA

cedida

Artista y madre de cuatro hijos, estaba casada con el exalcalde de Sada Ramón Rodríguez Ares

09 mar 2020 . Actualizado a las 20:16 h.

Esther Martínez Barreiro era una persona luminosa, con un gran corazón, a quien su familia, amigos y todos los que la pudieron descubrir echaremos de menos.

Nacida en el año 1943 en la coruñesa calle de la Franja se casó en 1961 con el sadense, luego alcalde de la localidad, Ramón Rodríguez Ares, dejando con 17 años, una carrera de artista en ascenso por una familia que le dio cuatro hijos y siete nietos, a quienes amaba sin reparos.

«Los duendes del sentimiento cantan en mi corazón», entonaba la voz de esta artista, que fue la reina del concurso radiofónico Desfile de estrellas, en uno de los temas de su disco De Galicia al sur. Si una cantante quería hacer carrera musical en los años 50, sobre todo viniendo de una familia muy humilde, el mejor medio era participar en este concurso. Esther Martínez triunfó logrando el primer premio en 1958 en la categoría de Folklore, ganando también en 1959 en la categoría de Cuplés.

El Kiosko Alfonso, el Teatro Rosalía de Castro o el hotel Finisterre se llenaban para ver actuar a una joven Esther, quien años más tarde hizo vibrar de emoción a la colectividad gallega de Argentina, Venezuela o EE.UU., entonando «terra querida, terra chorada, canto máis lonxe, máis añorada», de la popular Morriña. Años después conquistaría el primer premio en el popular concurso de TVE Salto a la fama y el Micrófono de Plata en Lugo.

Más allá de su precoz carrera artística, Esther fue esposa, madre y cariñosa abuela. «Lo dejé por el hogar, declaraba a mediados de los años sesenta en una entrevista en La Voz de Galicia, pero actúo siempre que me llaman en festivales benéficos». En uno de ellos coincidió con la gran voz coruñesa Pucho Boedo, con quien cantó en la Sociedad de Sada. Ayer uno de sus yernos, su quinto hijo, compartía temas del crooner «da fin do mundo» con la seguridad de que, allá donde estuviese, estaría cantando junto a Esther.