El rincón virgen del golfo Ártabro

Cristóbal Ramírez

A CORUÑA

Cristóbal Ramírez

Visitamos punta Xurelos y su espesa vegetación, en un paseo desde Ponte do Porco

29 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En los mapas se identifica como punta Xurelos, y está claro de dónde viene el topónimo: de la gran abundancia de esos pescados que había en otros tiempos, «e non se crea, moi de vez en cando entran», se apresura a añadir un vecino.

Punta Xurelos divide dos desembocaduras de sendos ríos que rinden sus aguas en el golfo Ártabro. Uno es el Mandeo, que deja atrás Betanzos, forma serpenteante su ría hoy de muy poco calado y, tras pasar el puente de la autopista y el de O Pedrido, se encuentra con las mansas aguas del Atlántico. Eso, por la izquierda. Y por la derecha acaba su recorrido el más humilde Lambre, que también pasa antes bajo cuatro puentes: uno es el gótico mandando levantar por Fernán Pérez de Andrade, otro es el del siglo XIX, el tercero se construyó para modernizar la carretera que une Ferrol con A Coruña y el cuarto cronológicamente hablando es el de la autopista.

Y en el medio, ese saliente, la punta Xurelos. Yendo desde Ferrol -en sentido contrario no es posible hacer el giro- se deja atrás Ponte do Porco, se sube unos cientos de metros, y arriba, al llegar a Insua, desvío a la derecha justo antes de que el asfalto lo haga para el otro lado. Es mejor dejar el coche ahí, porque, al centenar de metros, la muy estrecha pista se convierte en terrera para adentrarse en un bosque y bajar. Al fondo -o sea, 200 metros más- hay dos viviendas particulares. Lo que interesa es el paisaje, sobre todo si la marea está baja y afloran las enormes lenguas de arena.

Al ascender de vuelta, cuando la pendiente suaviza, aparece un camino a la izquierda que se convierte en sendero estrecho y al final se divide en tres de dificultoso andar por la vegetación. Porque en efecto, llegar a punta Xurelos constituye todo un desafío.

¿No hay foto posible? Pues sí, pero no desde ahí. Procede dar marcha atrás, a Ponte do Porco, aparcar y echar a andar por el paseo de madera que va pegado a la playa, idóneo para ir con niños. Además, acaban de ser colocados unos magníficos paneles explicativos, claros, completos y hasta bonitos. Y el ayuntamiento de Miño cuida ese paseo, reponiendo las piezas rotas, algo que debería ser normal pero que en este caso es todo un ejemplo para otros concellos. Todo ese entorno, por cierto, está integrado en la Red Natura.

Desde él, desde el paseo, se ve ese pequeño cabo y el viajero se da cuenta de que aquello es una auténtica selva vegetal merecedora de algo más: de ser declarada reserva natural. Aunque sea con categoría de reserva natural local. Porque es uno de los pocos sitios totalmente vírgenes del golfo Ártabro.

La aventura

Aprovechar una gran marea baja y desde O Pedrido ir caminando en paralelo a punta Xurelos.

La foto más personal

Ante algunos de los paneles y con la punta al fondo.

El desafío

Llegar justo hasta la punta Xurelos. Imprescindible bastón y botas de montaña.

El pasado

Ponte do Porco vio pasar a dos futuros presidentes de Estados Unidos, John Adams y John Quincy.