El drama de la letra acaba de empezar

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

SANDRA ALONSO

A las familias con criaturas nacidas en el 2017 nos toca marcar en el calendario el 26 de febrero, el día del sorteo que desempatará en la elección de colegio

04 mar 2020 . Actualizado a las 21:09 h.

«Prezada familia». Con este encabezamiento arranca la carta con la que la alcaldesa nos recuerda que ha llegado el momento. El drama de la letra. Ese trance que hace nada parecía tan lejano ya está aquí. Es una realidad y tiene plazo, y me río yo de la ansiedad de los partidos de la izquierda rupturista a los que les quedan tres días para presentar una coalición. A las familias con criaturas nacidas en el 2017 nos toca marcar en el calendario el 26 de febrero, el día del sorteo de la famosa letra que desempatará en la elección de colegio.

Y yo, que estaba tan tranquila con el tema, de verdad, en una especie de nirvana educativo, he descubierto que la ansiedad es contagiosa. La de los padres que tengo alrededor que llevan meses planteándose el tema de la elección de colegio. La de los amigos y los compañeros que pasaron por esto hace años y lo recuerdan con horror. La de mi hermano, que me recomienda que me apunte a todas las jornadas de puertas abiertas, no vaya a ser que nuestra primera opción no cuaje. Me dice Pablo Portabales que el cólico del lactante es una tontería al lado de esto. Que te haces padre el día que tienes que escoger colegio, que el resto es un entrenamiento.

Otra de mis amigas, que también está en el mismo drama, dice que estamos tan tranquilos porque sabemos que no va a haber problema. ¿Pero y si todo mi barrio decidió parir el mismo año que yo? ¿Es una irresponsabilidad pensar que como en los cursos anteriores no hubo problemas en ese cole, este tampoco lo habrá? Una vez que decides entre pública y concertada, una vez que decides qué colegio te parece la mejor opción, resulta que no está todo decidido, ni de lejos. A mi alrededor tengo la sensación de que las demás familias han hecho un estudio de mercado acerca de las probabilidades de entrar en cada centro. Que saben qué ha ocurrido en otros cursos, que calculan cuántos niños están en la misma situación. La vida escolar de este niño pende de una letra, y en los columpios los amiguitos han dejado de ser inofensivos para ser la competencia. Está claro que hace aguas por todas partes mi discurso de madre contraria a la búsqueda de la excelencia y el currículo de diez en los niños desde que nacen.

En el parque, que es donde se hablan estas cosas rodeados de todo el espectro de familias posibles, una amiga se ríe de mis ansiedades. Que no se va a quedar sin colegio, mujer, que yo también iba tan convencida y acabó con 20 por delante y en otro colegio y al final no pasa nada. No pasa, no, me dice una vocecita en mi cabeza. ¿Pero entonces por qué reviso esas cinco hojas de instrucciones que nos ha enviado el concello como si me estuviera enfrentando a la decisión de Sophie?