Bienvenidos al chambo virtual

A CORUÑA

Lo que se vende nos dice también mucho de nuestra forma de vivir

09 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Somos unos chambones. Esta palabra preciosa que define a los que tenían un chambo en el que vendían cosas usadas, sobre todo muebles, refleja muy bien a todos los que se han subido al carro de la reventa virtual. Entrar en una plataforma como Wallapop y descubrir qué se vende en la comarca es como entrar en un chambo de otra época, repleto no solo de muebles, sino de cualquier cosa que nunca se imaginó que se podría vender. O comprar. Como usuaria en prácticas, mi alma de chambona (que en mi caso viene de familia) se declara fascinada. Rodeada de pantalones sin estrenar, butacas con muy poco uso, disfraces de princesa, libros de Gerónimo Stilton, mochilas, puzles infantiles, castillos de Playmobil, bicicletas, cintas de correr... y coches y pisos y motos y hasta cables usb.

Lo que se vende nos dice también mucho de nuestra forma de vivir. Acumulamos ropa de los niños que se les queda pequeña, libros que ya no leen, patines que ya no usan... y probablemente ya no hay hermanos pequeños que hereden abrigos, ni demasiados primos. Así que le damos salida a golpe de clic, que si podemos sacar un pellizco por los zapatos del invierno pasado, bienvenido sea. Y ese aluvión de ropa de adultos, que se anuncia encima de la cama o directamente con las fotos de las webs de las marcas, dice mucho de nuestro consumo rápido y compulsivo. No sé si los vendedores de todas estas camisetas apenas usadas les habrán dado las gracias como se merecen, que diría Marie Kondo, antes de ponerlas sobre la colcha y sacar la foto, disparada tal vez con el nuevo móvil que sustituye al viejo (o no tanto) que se vende a continuación.

Y aparecen libros de texto. Muchos. De primaria, de secundaria, de bachillerato, de todas las asignaturas, subrayados o impecables, algunos incluso recomiendan para qué colegio pueden servir. Y raquetas de pádel, bicicletas estáticas, zapatillas de correr... como si la fiebre por el deporte se le hubiese pasado al vendedor y ahora hay que amortizar la inversión en ese ejercicio que ya nunca se va a hacer.

En este chambo digital se encuentran también muebles para llenar una casa. Y casas con los que llenarlos. El mercado inmobiliario extiende sus tentáculos por todas partes, y al lado de una pistola de agua de 7 euros se vende una casa reformada de 180.000. Todo esto a un kilómetro de distancia de la ronda de Outeiro.

La bisabuela Antonia, la del chambo, se podría volver loca. Ella que vendía cucharitas grabadas con el nombre de una tal Luchita, habría podido comprar jarrones de porcelana fina y dudoso gusto, un chalé en Culleredo, un delicadísimo sujetador lencero de la Nancy, o un utilísimo manual para tocar el fagot.