El gobierno local estudia recuperar el tranvía como opción de transporte

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Los raíles se retirarán o cubrirán para evitar accidentes si no es viable que vuelva a circular. Participa en nuestra encuesta: ¿Te gustaría que se recuperase?

28 jul 2019 . Actualizado a las 13:17 h.

El gobierno local decidirá en el plazo de un año, cuando haga público el plan de movilidad en el que ya se está trabajando, qué hacer con la infraestructura del antiguo tranvía turístico, que sigue instalada entre las Esclavas y el castillo de San Antón, aunque no funciona desde julio del 2011.

El equipamiento, sobre todo las vías, es corresponsable de numerosos accidentes de tráfico, algunos con heridos graves. El mantenimiento de las vías y la catenaria, junto a la custodia de los deteriorados vehículos históricos que esperan en las cocheras de la Torre, cuestan al Ayuntamiento de 20.000 a 30.000 euros al año.

Durante la campaña electoral, la socialista Inés Rey anunció que se daría una salida a esa infraestructura durante este mandato. La ahora alcaldesa ha subrayado que mantiene ese compromiso.

La solución preferida por el gobierno local pasa por recuperar la infraestructura y el servicio, aunque con la finalidad de que sea una alternativa de transporte real y no se limite a la función turística que tuvo en el pasado.

La viabilidad de la operación se analizará en el plan de movilidad que prepara el gobierno local. El proyecto deberá afrontar dificultades técnicas, ya que los informes que condujeron al cierre de la línea en el 2011 advertían que la infraestructura presentaba deficiencias importantes, y desde entonces se ha ido deteriorando con el tiempo. Por lo tanto, su recuperación y mejora supondría un fuerte desembolso. En el 2011 se calculó que harían falta al menos 2,4 millones de euros para renovar los 830 metros de raíles que estaban deteriorados por aquel entonces.

Las dificultades financieras

La viabilidad no solo debe ser técnica, sino también económica. Será preciso determinar si el servicio puede amortizar la fuerte inversión inicial y ser sostenible en los años siguientes. La versión turística no lo logró. Se había estimado que contaría con 300.000 usuarios anuales y, en sus mejores años, se quedó en los 190.000. Como consecuencia se produjeron pérdidas que rozaban los 200.000 euros anuales.

Si los técnicos determinan que la infraestructura no es recuperable, el gobierno local optaría por retirar la catenaria y las vías, o al menos cubrirlas con asfalto con la finalidad de evitar el riesgo que suponen para la circulación de vehículos y de peatones.

Esas intervenciones tendrían en principio un coste inferior al de restaurar el servicio. Sin embargo, aunque todavía no ha sido cuantificado con detalle, fuentes municipales señalan que el precio seguiría siendo muy elevado.

Es poco probable que el Ayuntamiento pueda vender la catenaria una vez retirada, ya que fue diseñada de forma específica para la ciudad. Incluso el asfaltado de las vías sería más costoso de lo habitual, ya que sería preciso utilizar materiales específicos con el fin de limitar su deterioro.

Sin embargo, el gobierno local está decidido a tomar una decisión después de ocho años en los que el mantenimiento de una infraestructura sin uso ha costado más de 160.000 euros al Ayuntamiento, y que se ha visto implicada en incidentes graves. Uno de los peores ocurrió en noviembre del año pasado. Los testigos explicaron que un motorista que circulaba por el paseo marítimo a la altura de la calle Matadero perdió el control al resbalar sobre las vías. El conductor, de 37 años, se golpeó contra uno de los postes de la catenaria, y sufrió un traumatismo craneoencefálico grave por el que tuvo que ser ingresado de urgencia en la UCI.

Una polémica atracción turística que nunca dio el paso a alternativa al vehículo privado

El tranvía histórico empezó a circular en mayo de 1997, con Francisco Vázquez como alcalde. Fue proyectado en paralelo al paseo marítimo para rememorar los tranvías que habían circulado por la ciudad hasta 1962, y como punta de lanza del metro ligero, que se anunciaba como el medio de transporte del futuro. No llegó a serlo, y se quedó en atracción turística hasta que el Ayuntamiento lo clausuró en julio del 2011. La decisión del entonces concejal de Seguridad, el popular Julio Flores, se tomó unos días después de que, el tranvía número 100 descarrilase a la altura de Hacienda. Invadió un carril de circulación, y fallaron tanto la instalación como los sistemas de protección.

El problema es que no se trataba de un hecho aislado. Desde el 2003, el tranvía había descarrilado otras cuatro veces, causando al menos dos heridos. El tramo de Hacienda era especialmente peligroso, de hecho se produjo un descarrilamiento en el primer paso de prueba. Los riesgos se conocían desde dos años antes, lo que ocasionó una importante polémica con los socialistas.

Pero había más problemas, y venían de antes. Desde hundimientos de la plataforma, a la altura del Rectorado, hasta problemas con la catenaria que se cayó en parte en 1999, y un año antes había electrificado un coche que chocó contra un poste. Según los técnicos, durante un tiempo indeterminado los postes desde As Lagoas hasta el hotel Trip María Pita habían estado bajo tensión eléctrica, ya que la instalación carecía de doble aislamiento.