Los «runners» tienen toda la razón

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

XOAN CARLOS GIL

30 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Como llevo 23 años al teclado, la verdad es que ya no me sorprende que, después de publicar un artículo, lluevan piedras sobre mi cabeza. Es más, como buen gallego, para mí contemplar la lluvia -aunque sea de adoquines- es tan natural como respirar.

Pero lo que sí percibo es que las redes sociales -concretamente por este orden de virulencia: Twitter, Facebook e Instagram- han multiplicado por varios enteros la agresividad de estos ataques. Tampoco es que sea nada nuevo. En La vida de Brian -esa lección inagotable que se acaba de reestrenar- ya nos explicaron que la lapidación es una costumbre antigua y muy consolidada en nuestra cultura judeocristiana. La obra maestra de los Monty Python nos muestra que, como tenían prohibido asistir a la fulminación del reo mediante pedradas, las mujeres alquilaban barbas postizas en la afueras de Jerusalén y compraban saquitos de guijarros con punta para participar en el linchamiento.

Ahora las mujeres barbudas no usan postizos, sino que visten mallas de marca, llevan adherido al brazo un móvil de mil euros y gastan zapatillas de trescientos pavos el par. Se llaman runners. Los runners -no confundir con los corredores o fondistas, que son atletas de verdad- se han convertido en una nueva casta de intocables a los que basta con rozar ligeramente con una pizca de humor para que lo sometan a uno a pública lapidación en sus redes favoritas. Hace unos días se me ocurrió escribir aquí que igual no era normal cortar al tráfico todo -repito: todo- el centro de A Coruña durante el Domingo de Ramos para que los entusiastas runners pudiesen trotar en su maratón. Me cayó la del pulpo. La que nunca me había caído durante 23 años metiendo el dejo en el ojo a todos los partidos políticos, escritores varios, forofos futboleros, dogmáticos de cualquier fe, científicos de cartón piedra o jugadores de pádel (estos también se pusieron muy nerviosos).

Así que, queridos runners, para que veáis que no os guardo rencor, quería no solo daros la razón -mola colapsar una ciudad-, sino ampliar la oferta de motivos para atascar este istmo con más frecuencia. Me saben a poco el maratón, Coruña 21, Coruña 10 y demás carreras populares. Propongo al alcalde que salga de las urnas el 26 de mayo que no se conforme con estos cortes de tráfico exclusivos para nuestros trotones. Quiero que se cierren simultáneamente Linares Rivas, el paseo marítimo y la plaza de Pontevedra para organizar todo tipo de actividades lúdicas. Podríamos empezar por montar en los Cantones una prueba de natación en seco, un concurso de tiradores de cerveza (bebida con gran arraigo en la urbe), una exhibición de palilleiras dándole en directo al encaje de bolillos o uno de esos campeonatos de ver quién escupe más lejos un hueso de aceituna. ¿Quién dijo miedo?