Unos instantes en compañía de las golondrinas

Antonio Sandoval Rey A CORUÑA

A CORUÑA

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Hace semanas que estas aves han llegado a la ciudad

08 abr 2019 . Actualizado a las 19:14 h.

Hay días en los que, hasta que te sucede algo sencillo y bueno a la vez, no te das cuenta de cuánto lo necesitabas. Al mismo tiempo, hay tantas cosas sencillas y buenas, capaces de aliviar muchas complicadas y menos buenas... Sin embargo, a menudo pasamos junto a ellas, día tras día, sin reparar en su existencia. Es decir, en su capacidad para sanar, siquiera un poco, nuestro ánimo.

No, no me voy a poner a repartir recetas de autoayuda. Es que eso que acabo de escribir retrata lo que di en pensar tras detenerme a observar, hace unos minutos, un par de golondrinas comunes en la pequeña plaza del Campo de Artillería. ¿Cómo es posible que sus vuelos veloces ante las fachadas de la calle del Tren, sobre los tejados de las viviendas de dos plantas, o entre los árboles que rodean la fuente, me supusieran semejante carga de energía positiva? ¿Será solo porque soy un irremediable enamorado de las aves, o es que hay algo más?

Tarde de viento

Parecían jugar a las carreras con un viento que soplaba tan furioso como desorientado. El temporal de hoy, tras haber cruzado el océano, se había dejado varias ráfagas de aire prendidas en los vericuetos de la ciudad. Estas golondrinas las desafiaban una y otra vez. Tampoco ellas venían de cerca. A base de esfuerzo y determinación, y de una capacidad de navegación asombrosa, habían llegado de mucho más allá del desierto del Sáhara.

Yo solo venía de unas calles más abajo, acompañado por cierta preocupación a modo de mochila pesada a la espalda. ¿Cómo logró aliviar esa carga la contemplación de los vuelos de aquellas pequeñas aves, sus giros, fintas y cabriolas, sus idas y venidas sobre mí?

Bueno para la salud

Pues porque mirar aves es bueno para la salud, me respondí, como si de verdad hubiera olvidado algo tan importante. Y repetido constantemente por cada vez más especialistas en bienestar. Sostienen estos, a partir de diferentes investigaciones, y lo publican en sus revistas técnicas, que observar pájaros alivia la ansiedad y la depresión. Y añaden que «las aves alrededor de los hogares, y naturaleza en general, muestran grandes promesas en la salud preventiva, ya que hacen ciudades más saludables, lugares más felices para vivir». Yo miraba a las golondrinas, y era como cuando, después de varios meses, vuelves a reunirte con un amigo, y descubres cuánto añorabas su compañía. Conversas. Ríes. Compartes. Te preguntas qué os une tanto. Te respondes qué sería de ti sin todo eso.

Una de ellas se posó en la barandilla de un balcón abrigado del temporal. Fue como si se escondiera, traviesa, de una racha de viento que ahora la buscaba sin encontrarla.

A mí si me encontró. Con un empujón un poco excesivo, me recordó que debía seguir mi camino. Que tenía prisa. ¿Por qué le haría caso tan rápido? Ahora dudo si no me habré despedido demasiado pronto de aquellos instantes. La mochila me empieza a pesar un poco, otra vez.

URBANAS

Los barrios en los que estas aves pasarán los próximos meses tienen mucha suerte de contar con su presencia.

EMBALSES

Es posible ver decenas e incluso miles sobre los embalses de los alrededores de la ciudad donde se alimentan allí de mosquitos y otros insectos voladores.