La multiplicación de los peces en Meirás

D. Vázquez SADA / LA VOZ

A CORUÑA

Dolores Vázquez

Los vecinos denuncian extrañas repoblaciones del estanque y actos vandálicos en el entorno de la iglesia y el cementerio, donde la semana pasada robaron diez macetas

04 mar 2019 . Actualizado a las 21:21 h.

«É moi pobre roubarlle aos mortos», explicaba este martes indignado Julio López Ramos, uno de los afectados por el robo de macetas en el cementerio parroquial de Meirás. Las flores que le pusieron a su hijo desaparecieron al igual que otras nueve de un pequeño cementerio, situado frente a la Casa do Pobo y al lado de la iglesia. Dejaron la maceta ornamental y se llevaron la plástica con la planta, sin que los vecinos encuentren explicación. «Non custan cartos», reconocía Julio, disgustado y pensando poner un cartel para reclamar civismo. 

«Leváronse as flores e ultimamente houbo máis danos», puntualizaba otra vecina, que relataba varios sucesos los últimos meses en la zona siendo el más extraño la aparición y desaparición de peces de un pequeño estanque situado frente a la entrada de la iglesia. «Hai un pequeniño estanque que se limpou e no que botou peixes un fregués, pero despois botaron máis, as veces desaparecen e é un pouco de misterio o que hai en torno aos peixes», reconoce el párroco, Luis Bao. Los parroquianos dicen que, de un día para otro, aparecieron casi un centenar y poco a poco fueron desaparecieron hasta quedar menos de media docena. Por llevarse se llevaron hasta la red que los protegía.

No es el único acto vandálico, ya que en los últimos meses también se han cebado con la casa parroquial. «Racharon os cristais en varias ocasións, tivemos que repoñelos varias veces e foi feito con mala vontade porque tiran unhas pedras enormes para dentro. É unha cousa sen pes nin cabeza», explica el sacerdote, que dice que los ataques se sucedieron durante todo el 2018. «Noutras ocasións romperon uns cristais e estaba todo o atrio cheo de anacos de botellas, co perigo que iso supón», considera, ya que la zona, que cuenta con un pequeño soportal a cubierto es utilizada como centro de reunión de los jóvenes y teme que puedan cortarse. «Non sabemos a que atribuílo, é unha zona que está moi solitaria e se non hai civismo, a xente aproveita, oxalá houbera máis vixilancia, todo o que sexa contribuír a preservar o ben común é de agradecer», considera.

«En principio nunca pasara nada ata hai uns meses», explica Bao, que relata que destrozaron también un cartel y tiraron el contenido de unas macetas por todo el atrio. «Parecía a guerra», explica una vecina sobre cómo se encontraron la entrada al templo, situada en una parte elevada y de difícil control.