Respeto al pasado y responsabilidad con el futuro

Carlos Graña FUNDADOR DE SEA ARQUITECTOS

A CORUÑA

04 nov 2018 . Actualizado a las 11:20 h.

Aquella tarde habíamos quedado allí en el centro de Lugo para ver aquel edificio enorme. De repente, en medio de un espacio de 5.000 metros cuadrados completamente vacío, en el que Stanley Kubrick podría hacernos pasar miedo, me empecé a imaginar gente disfrutando en ese lugar. Aquel tipo alto, joven, con cara de buena persona y al que no conocíamos de nada, nos cuenta que quiere hacer un hotel allí.

Miras a tu alrededor y piensas qué vas a conservar de allí y qué no. ¿Cómo abrir la mirada de los huéspedes a esos increíbles jardines que aún no existen? ¿Cuánto va a costar todo eso? ¿Esa estructura va a aguantar? ¿Qué materiales vamos a utilizar y qué atmósfera queremos crear? Una rehabilitación es como intentar dar una segunda juventud a una persona mayor. Tienes que guardar un escrupuloso respeto por la edad y aportar con decisión todo lo que la tecnología nos regala. No habrá nada más bello porque tendrá las arrugas de la experiencia y la frescura de la juventud.

Te encuentras con la enorme responsabilidad de, sirviéndote del trabajo que han hecho otros y con la consciencia del valor de esa herencia, mejorar la vida de las personas. Debes respetar aquellos elementos que crees que sinceramente aportan a la arquitectura y al patrimonio y eliminar con valentía aquellos que crees que no.

¿Pero quién eres tú para cambiar la imagen de un edificio? ¿Y de una ciudad?

Imaginémonos por un momento que nos dicen que se va a rehabilitar la fachada de la catedral de Santiago y que van a borrar de un plumazo esa imagen de nuestra querida plaza del Obradoiro para hacer una fachada moderna a la catedral. A mí, me parecería un auténtico atentado; pero lo curioso es que seiscientos años después de haberse terminado las obras de aquella catedral de Santiago en el año 1168, se borró aquella fachada románica original con torres asimétricas y hoy, todos tan contentos con nuestra fachada barroca.

¿Quién se creía Norman Foster para poner esa cúpula de metal y vidrio sobre el Reichstag de Berlín? Yo hubiese pensado una fórmula más integradora entre lo original y lo nuevo, pero esa intervención aportó una nueva imagen que Berlín necesitaba, con respeto al pasado y con responsabilidad con el futuro.

El escrupuloso respeto por la memoria y por la historia se junta con el escrupuloso respeto con el bienestar de las personas, el ahorro energético, el sentido común, el encargo de un cliente y la responsabilidad con un paisaje arquitectónico con una identidad y con una historia.