El pintor expone «O Livro das Palmeiras» en la galería Fernando Santos de Oporto
24 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.De Brasil a Portugal. Es el trayecto realizado por el fotógrafo y pintor gallego Vítor Mejuto. Y bajo el brazo, trae la obra O Livro das Palmeiras, una serie que nace de la contemplación de las cromolitografías realizadas por el naturalista alemán Carl Friedrich Philipp von Martius, integrante de la Misión Austríaca, una legendaria expedición a la floresta amazónica que tuvo lugar a comienzos del siglo XIX. El proyecto -ahora expuesto en la galería Fernando Santos, en Oporto- surgió de la participación de Mejuto en la residencia artística Ateliê Fidalga de São Paulo, dirigida por Sandra Cinto y Albano Afonso. «Durante mi estancia brasileña descubrí el trabajo de Von Martius. Y entonces ocurrió lo inevitable: me tropicalicé», recuerda con buen humor.
La aventura de Von Martius tiene su raíz en el interés por la botánica de Francisco I, emperador de Austria, que aprovechó la boda de su hija Leopoldine con don Pedro I, hijo mayor de João VI rey de Portugal, Brasil y el Algarve, para organizar una comisión científica en el nuevo continente. Toda la corte lusa se había exiliado en Brasil huyendo del avance de las tropas napoleónicas, por lo que Leopoldine tenía que reunirse allí con su futuro marido. La futura emperatriz consorte de Brasil viajó acompañada de los mejores científicos de la época y así es como Von Martius, que contaba con poco más de veinte años, inició un fascinante viaje que duró tres años y en el que llegó a catalogar más de 2.000 tipos de palmera. «La obra resultante, O Livro das Palmeiras, es un milagro que aúna ciencia y arte. Un trabajo de consulta que hoy sigue vigente y que tiene, además de un enorme caudal de información, una misteriosa potencia pictórica», elogia el artista.
En su serie ha tratado de «atrapar el aroma» de esas láminas en las que el botánico organiza y distribuye en el espacio ramas, hojas y semillas. La belleza, dice, se abre paso y en ningún momento retrocede ante el rigor científico. «Una turbadora experiencia visual que posee toda la poética de los libros de viajes y aventuras. Un pintor es también, a menudo, un explorador», anota Mejuto.