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El propietario de un bar de Os Mallos que fue asaltado dos veces en marzo reforzó el aparato «porque esto es una sangría»
05 dic 2019 . Actualizado a las 19:19 h.Las tragaperras guardan en sus tripas una media de 1.500 euros y las bandas especializadas en desvalijarlas tardan menos de un minuto en reventarlas y hacerse con el botín. Se valen de un piolet o pata de cabra para golpearlas en dos puntos distintos, en la parte inferior, donde se guarda la recaudación, y en la superior, donde se encuentra la caja de los premios. Cuando estos delincuentes salen a robar no suelen conformarse con un solo establecimiento. En una noche pueden entrar en tres o cuatro. Es tal la oleada que azota la ciudad que muchos hosteleros han optado por deshacerse de las máquinas después de que las compañías de seguros no les renovaran las pólizas. Otros, en cambio, prefieren blindarlas, bien a cargo de sus bolsillos o de las empresas propietarias de las tragaperras. Tal es el caso de un bar en el número 15 de la calle Puerto Rico, en Os Mallos. El negocio fue asaltado los días 19 y 24 de marzo y el dueño reforzó la máquina «porque esto es una sangría».
Existen varias opciones para blindarlas. Por un lado, se pueden instalar armarios plegables y retráctiles para máquinas recreativas. Existe otra opción, y es la de anclarla al suelo. De esta manera, se está impidiendo que los ladrones puedan llevarse la recaudación con total impunidad. El blindaje de policarbonato es otra de las posibilidades. Se trata de un tipo de panel blindado que tiene la medida de la máquina y se instala en el frontal. Incluye un protector para las serigrafías, de modo que el diseño respeta a la perfección la estética de la tragaperras. Y hace que resulte imposible llevarse la recaudación del interior.
Además, desde hace más de un año, los empleados de las principales empresas de máquinas recreativas han acelerado el ritmo de recaudación en aquellos bares que generan más negocio de modo que el botín sea mucho menor y en algunos casos se recoge semanalmente.
