«Aquí estudiar está considerado un trabajo»

A CORUÑA

Belén Merelas, natural de Altamira, lleva un año y medio haciendo un máster en Quebec, Canadá

09 jun 2017 . Actualizado a las 17:23 h.

A Belén le gustaría como agua de mayo estar en San Juan en Cambre, pero le queda un poco lejos. Desde hace un año y medio esta bióloga de Altamira vive en Quebec, Canadá. La situación laboral en España influyó para que hiciera las maletas, pero ella sospecha que su carácter viajero le impulsaría a hacerlo igualmente antes o después aunque seguramente habría elegido otro destino. Tiró hacia lo conocido, unos años antes había estado en la isla de Reunión haciendo un Erasmus, seguía manteniendo contacto con la gente de allí, y conocía cómo funcionaba el sistema educativo y las universidades. «Me pareció un paraíso. Estudiar es considerado un trabajo por el que debes ser remunerado, además de haber otras becas y oportunidades que ni de lejos podría tener en España», dice esta joven de 27 años.

El hecho de que hablaran francés ayudó para que solicitara una beca, que finalmente le concedieron, por dos años. «Entre eso y quedarme en España casi sin opciones decidí marcharme», apunta Belén Merelas. Natural de Altamira, donde reside su familia, aunque también tiene parte en Anceis. Intenta venir tanto como puede, que es más de lo que le permiten, pero al ser extranjera no son tan rigurosos con las vacaciones. «Ya tengo mis billetes para venir en agosto durante tres semanas (más las dos que viene en Navidad) así que estoy muy contenta, se me hace muy largo el invierno aquí, necesito sol, además echo de menos a mi hermano y a mis padres». Ahora casi todas sus amigas de Cambre están estudiando o trabajando fuera, así que cuando coinciden intentan pasar tiempo juntas. Como antes, cuando estaban en el instituto, y paseaban o estaban simplemente en la calle, pero juntas. «Una de las cosas que sí que hago cuando voy es ir a ver el mar», confiesa Belén. Pero lo que más echa en falta es la gente espontánea, sonriente y el contacto humano. «Aunque ahí no tengáis esa impresión os invito a subir a un autobús por la mañana en Quebec, te deprime para el resto del día». La lista continúa: «El sol, el calor, las terrazas… y cómo no, ¡el licor café! «Intento traer una botella cuando voy para mis momentos de morriña».

Antes de mudarse había estado un año parada laboralmente. Aprovechó para aprender idiomas y disfrutar de sus hobbies. «Al ser la única que no trabajaba, me ocupaba también bastante de la casa, y mi vida era un poco de ama de casa o así me sentía yo a veces. Por eso necesitaba un cambio, algo que me hiciese feliz». Dicho y hecho, ahora vive con amigos, estudia y se mantiene ella sola. Está haciendo un máster de biología en investigación en la Universidad Laval, pero explica: «Aquí no es como en España, no tengo clases, sino que llevo a cabo un proyecto de investigación de dos años, como un minidoctorado». Participa en un proyecto sobre las turberas en la costa norte de la provincia de Quebec.

La idea de volver

Los que la conocen saben que Belén viviría subida a un avión. Hizo un primer Erasmus en Canadá que le cambió completamente. «Colaboré en un proyecto sobre investigación en Madagascar sobre la vainilla y luego volví para conocer el país», explica. Luego hizo un segundo intercambio en Azerbaiyán. «A mi familia no le hizo mucha gracia pero para mí fue una experiencia muy bonita y disfruté mucho del país, a pesar de ser complicado a veces». Viajar y conocer nuevas vidas, dice, ayuda a respetar y conocer lo diferente que es el mundo, a darse cuenta de la suerte que se tiene por haber nacido donde hemos nacido y ayuda a enriquecerse por dentro. «Ahora estoy aquí, pero ya estoy pensando adónde me voy a ir después». ¿Cambre? «Pienso en volver a diario, aquí hay oportunidades, pero no hay vida en conjunto y las relaciones sociales son limitadas. No podría vivir en una sociedad como esta. Así que sí, volveré tan pronto acabe mi máster».

La joven bióloga, delante del Château Frontenac, en la ciudad de Quebec, en Canadá.