Okupan en la Ciudad Vieja un edificio vacío tras engancharse al tendido

montse CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

«Estos no son de los que entran por necesidad y no molestan», advierte un vecino

22 feb 2017 . Actualizado a las 19:08 h.

En la esquina de la calle Alfonso IX con Amargura, en un edificio de tres plantas y escaleras de madera cubierto de pintadas y cristales sucios, hace un mes se dio la circunstancia de que una pandilla de okupas que se habían instalado poco tiempo atrás en el bajo despidieron a la última inquilina del bloque, una inmigrante americana plenamente integrada en la ciudad que fue víctima de una «subida abusiva» del precio del alquiler y ayudada por vecinos del barrio consiguió una nueva casa sin salir de los alrededores de Azcárraga. La mujer vivía sola en el primer piso del edificio destartalado y un día escuchó una voz en el bajo que vociferaba de mala manera: «¡Para dormir aquí tienes que pagar dos euros!». Cuando llegó la policía, el hombre guardaba en el bolsillo efectivamente los dos euros que se había cobrado por alojar a uno que llegó después que él. Así empezó la okupación.

De la pareja inicial el vecindario no ha vuelto a tener noticia. Ahora viven dos personas y un perro completamente instalados, según afirmaron residentes de la zona que vieron cómo uno de ellos enganchó la semana pasada el cableado eléctrico de la casa al tendido de la calle y al descubrir a un vecino mirando le recriminó con cara de malas pulgas: «¡Y tú qué miras!». Un par de días después, los dos individuos cargados con bolsas del supermercado de San Agustín entraban, a patadas, en la casa.

«Por lo menos uno de ellos es violento, malencarado, no tiene nada que ver con el perfil del okupa que se mete en un edificio por necesidad y no molesta ni hace daño a nadie», apunta un vecino que suele escuchar desde su casa los golpes que descargan contra el portal cuando llegan o salen del edificio. «Son los mismos que se metían en el cajero automático de la esquina y tiraban las jeringas por ahí -explica la dueña de una cafetería en la plaza de Azcárraga-. Y como yo no me canso ni me voy a cansar de llamar a la policía, tuvieron que marcharse».

Problemas en la propiedad

Los intrusos de Alfonso IX explotan el abandono de un edificio cuya propiedad quedó en manos de varios hermanos que nunca llegaron a ponerse de acuerdo para aceptar la oferta de compra que recibieron por todo el inmueble. Hace aproximadamente tres meses, dos de los hermanos vendieron el segundo y el tercer piso a un comprador de Madrid que tiene en mente reformar las viviendas. La primera planta y el bajo ahora okupado, que antes acogió una peluquería, un almacén de libros y alguna función más, siguen siendo propiedad del tercero en discordia. Y este se ha trasladado recientemente de la vivienda que ocupaba a un par de manzanas del viejo edificio, por lo que la opinión mayoritaria en el barrio es que un mes después de la okupación probablemente no tenga conocimiento del episodio.

También Pedro Roque, presidente de la Asociación de Vecinos de la Ciudad Vieja, desconocía el caso ayer por la tarde y prefirió guardar cautela. Con todo, se refirió al «deterioro imparable» de los edificios de la Ciudad Vieja, donde alrededor del 30 % de los anteriores a 1960 permanecen vacíos y «eso significa que en unas 150 o 160 viviendas no hay nadie». Roque, que demanda un servicio de mediación municipal para abordar las rehabilitaciones conflictivas, llamó la atención sobre una serie de circunstancias que actúan en contra de la recuperación de las casas, de las propiedades fragmentadas por herencias a la baja participación vecinal en las comunidades o el elevado coste de las reformas, que en casi todos los casos incluyen la instalación de ascensores. «Al final todas estas cuestiones son el germen que desemboca en el abandono y la okupación, que no es plato de gusto para nadie».