Audaz versión de Shakespeare

sabela pillado

A CORUÑA

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Crítica sobre la película británica de carácter dramático «Macbeth»

28 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Algunos estudiosos de la figura de Shakespeare y del lenguaje cinematográfico sostienen que, de vivir el escritor en nuestra época, sería sin duda guionista. No es nada descabellada dicha afirmación, pues, sin posibilidades de conocer este invento, posterior a su época, Shakespeare en sin embargo uno de los autores clásicos que mejor podrían haber entendido, y adaptado, el hecho cinematográfico. Sus obras universales sobre las tragedias y pasiones humanas son una cantera a la que cineastas han recurrido (y seguirán recurriendo), desde los propios inicios del cine, brindándonos desde interpretaciones fieles a readaptaciones de todo tipo.

No ha quedado libre de ello Macbeth, gran tragedia medieval sobre el rey de Escocia cegado por la ambición, pasión humana que -al igual que la venganza en Hamlet o los celos en Otelo- es motor histórico y detonante de desgracias. No lo tenía nada fácil el australiano Justin Kurzel, pues entre las adaptaciones previas figuran las de Orson Welles, Akira Kurosawa o Roman Polanski. Y sin embargo, consigue aprobar con nota.

Con la prosa shakesperiana original como base, Kurzel aporta un enfoque menos teatral, más moderno, violento, sucio, donde, sin desestimar nunca la palabra, se vuelca en el componente estético, en el plasmar las pulsiones de modo brutal, con el acero que choca, los cuerpos que sangran y los majestuosos paisajes escoceses sumidos en la bruma.

El rostro del atormentado rey que se hunde en los abismos de la locura es aquí el de Michael Fassbender, reafirmándose como uno de los mejores actores de su generación, y a su lado, y en otro nuevo enfoque de la obra, Marion Cotillard como la Lady Macbeth más humana, menos cruel y más víctima (aún sin restar un ápice de culpabilidad) vista hasta la fecha.

Deslumbra pues este Macbeth por su puesta en escena, sus batallas, sus interpretaciones y, sobre todo ello, sus imperecederos diálogos.