El año pasado se juzgaron 3.000 casos por timos solo en la provincia
07 dic 2014 . Actualizado a las 09:59 h.Los pillos, los delincuentes que engatusan, que te desnudan con encantos, que dejan a uno sin blanca dando los buenos días, no dan tregua ni se van al paro. Ya lo avisó la policía allá por primavera. Ojo al parche, «mucho cuidado que en la ciudad se han detectado profesionales del timo». Han cogido a algunos. El resto voló. De hecho, son personas que no paran quietas en un mismo lugar. Su presencia abofeteó las estadísticas policiales. Mientras el resto de delitos descendieron en la ciudad en el primer semestre del año, las estafas se incrementaron. Crecieron como la espuma porque Internet, sobre todo, se llenó de malhechores. Pese a todo, no han conseguido desplazar a los timadores de toda la vida, los que dan la cara y no se esconden tras una página web, los del tocomocho, la estampita... Todavía los hay. Y más de lo pudiera parecer.
Según la memoria judicial, el año pasado llegaron a los tribunales de la provincial un total de 3.000 casos de estafa. Pocos terminaron en prisión porque los malandros se las saben todas. No emplean la violencia y la mayoría no suele estafar más de 400 euros, que es donde está la frontera entre el delito y la falta.
La policía los divide en estafadores, profesionales del engaño en permanente reciclaje; y timadores, delincuentes de poca monta que utilizan los engaños conocidos (estampita, tocomocho o falsas herencias). En cuanto al retrato robot de la víctima: hombre, supera los sesenta años y de escasa preparación académica. Y casi siempre le vacían los bolsillos por la codicia. O por ser confiado y buena persona.
Vayamos a los hechos reales que han incrementado las estafas en la ciudad. Uno de ellos fue juzgado esta misma semana. En el banquillo, un hombre que se hizo pasar por amigo de gente influyente, capaz de conseguirle a la víctima un contrato millonario con el Ministerio de Agricultura y Pesca. Según el fiscal, el presunto estafador le prometió a un carnicero un suculento contrato. A cambio, le tendría que dar 6.000 euros de comisión. Y por adelantado, por supuesto. Cogió el dinero y desapareció.
Famoso también fue el timo a un joven apuesto coruñés que en Internet encontró una oferta de trabajo como chico de compañía para mujeres mayores. Le prometieron 5.000 euros por servicio. Pero debería abonar una fianza, que se la devolverían tras el primer encuentro, de 3.000 euros. El chico dio el dinero, pero jamás vio una dama interesada en sus encantos.
También fue muy comentada la estafa que asoló Culleredo el pasado mes de marzo. Un grupo de delincuentes se hizo pasar por una empresa del gas. Llegaban a un piso, hacían como que miraban la caldera y le soplaban a la víctima 70 euros.
El falso representante
El actor coruñés Mario Casas también se vio envuelto este año en una estafa. No como víctima, sino que un ratero utilizó su nombre para embaucar a un empresario de la noche pontevedresa. Él timador, haciéndose pasar por su representante, prometió la presencia de Casas en la discoteca a cambio de una importante cantidad de dinero. En este caso, fue la hermana de Mario Casas la que dio la voz de alarma a través de las redes sociales: «¡Correr la voz para que a nadie le engañen! ¡Es mentira que Mario Casas va a una discoteca en Pontevedra el 7 de abril!». Al mismo tiempo, anunciaba que «vamos a tomar medidas legales».