Último acto de Dolce Vita

Ana Lorenzo Fernández
ANA LORENZO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El centro comercial de la Grela cerró ayer sus puertas después de 5 años

31 ene 2014 . Actualizado a las 17:44 h.

1.931 días. Ese fue el tiempo que permaneció abierto el centro comercial Dolce Vita, que ayer se convertía en historia y cerraba definitivamente sus puertas. Inaugurada el 16 de octubre del 2008, fue bautizada como la primera gran superficie comercial de la ciudad, presumiendo además de contar con algunas de las marcas líderes en el mercado europeo y que todavía no tenían presencia en A Coruña, como Primark, H&M o Media Markt. Junto a ellas, grandes grupos de moda -presididos por Inditex-, complementos, telefonía, electrodomésticos, supermercados, videojuegos, ópticas,... también estrenaron sus locales en este complejo, que tras esta infancia feliz pronto tuvo que luchar contra la competencia de Espacio Coruña (que abrió en el 2009), y más tarde contra el gran coloso de Marineda City, situado a escasos metros y con una oferta mucho más amplia, que acabó doblegando a Dolce Vita.

Precisamente esta brutal competencia y la crisis económica han sido los motivos que dio el grupo Chamartín, propietario del 50 % del complejo, para cerrar sus puertas, anuncio que comunicó hace quince días a los pocos locales que todavía mantenían su actividad.

Despedidas y desmontaje

Aunque ayer era el último día de vida de Dolce Vita, desde el pasado fin de semana ya echaron el cierre prácticamente todos los negocios que quedaban, ya que esta semana se han dedicado a desmontar todas las tiendas y a retirar el material. De hecho, ayer solamente transitaban por los vacíos pasillos del centro comercial -totalmente gélidos, aunque ambientados todavía con hilo musical- los operarios de numerosas compañías de desmontaje. También había algunos trabajadores, tanto del complejo como de otros negocios, que se despedían entre lágrimas y explicaban que se quedaban en la calle, que «salvo los de algunas tiendas en concreto, el resto nos vamos todos a la cola del paro». Ninguno quería hablar sobre el triste final de este complejo comercial, o sobre su transformación en un centro de ocio. «Ojalá», confiaban.