Manuel Carnero, dirigente vecinal en Ourense, y el joven Jonathan da Silva defienden las ventajas e inconvenientes del botellón
01 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Con el botellón no hay medias tintas. O lo amas o lo odias. Situarse en un lado u otro de la balanza suele tener bastante que ver con la edad y también con si tu casa se encuentra cerca de una de las numerosas zonas cero que ha generado este fenómeno social en Galicia. La Alameda de Ourense es una de ellas. Cada fin de semana grupos de jóvenes campan a sus anchas durante la noche. Para Manuel Carnero, dirigente vecinal en Ourense, ex guardia civil y voz muy crítica con el botellón, allá por donde pasa es como el caballo de Atila. «Al día siguiente aparecen los portales orinados, la basura tirada por el parque, contenedores rotos y quejas por el el ruido. Me parece bien que la gente joven se divierta, pero no a cualquier precio. La diversión de unos no puede pasar por molestar al vecino».
A su lado, Jonathan da Silva niega con la cabeza. Asegura que ya no tiene edad para ir con la litrona a los parques, pero defiende esta práctica. «Los dos argumentos más habituales que se usan para criminalizarlo son falaces. Se habla de consumo excesivo de alcohol y de vandalismo, y la realidad es que en la sociedad española se vincula ocio al consumo de alcohol en todas las edades. Siempre se ha bebido muchísimo. España es un país en el que bebemos como cosacos -«Y en Galicia, más», puntualiza Carnero-, así que no se puede culpar de eso al botellón. En cuanto al vandalismo, es una problemática que existía ya de mucho antes en las ciudades».
En lo que sí están de acuerdo ambos es en que prohibirlo no es la solución. «Se nos ha ido de las manos y, según está montado esto, prohibirlo sería casi imposible. Además, los políticos no quieren tomar una decisión que saben que puede provocarles perder un buen puñado de votos», asegura el veterano dirigente vecinal. Por su parte, Da Silva se muestra más partidario de educar: «No tiene sentido mandar a la policía a los botellones. Sería mucho mejor enviar voluntarios para educar a los jóvenes a que beban con responsabilidad y a que no destrocen».
Manuel Carnero, sin embargo, es más negativo y entiende que hace falta algo de mano dura: «Los grandes responsables de todos estos desmadres son los padres. ¿Qué hace una niña de catorce años en un botellón bebiendo hasta la madrugada? La policía no puede hacer nada más que denunciarlo, pero la auténtica responsabilidad es de esos padres que no se preocupan por la educación de sus hijos».
No niega, ni mucho menos, Jonathan da Silva ese drama social que es ver a un menor emborrachándose en un parque, pero matiza: «El botellón es un grupo de gente que se reúne en la vía pública para beber y divertirse. No es gente que llegue de Marte. Todas las problemáticas que se generan en torno a este fenómeno estaban ya en la sociedad. A nadie se le ocurre pedir que se prohíban los pubs y ahí también se ve a chavales tomándose ocho cubatas, pero claro, eso es un negocio». Y en ese punto, Carnero razona sobre el origen y sentencia: «Ahí empezó todo el problema. La gente se apuntó al botellón porque es más barato».
Presidente de la federación vecinal de Ourense
«Se nos ha ido de las manos. A la larga causará problemas sanitarios»
Jonathan da Silva
Líder de la Asociación juvenil Auriga
«No es cierto que cada joven que va al botellón se beba una botella de whisky»