«San Amaro es una joya»

fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El encargado de cementerios destaca el valor cultural del camposanto

31 oct 2011 . Actualizado a las 12:25 h.

Se define como una persona «en absoluto supersticiosa». Y menos mal, porque tiene sus oficinas en pleno cementerio de San Amaro, «un lugar maravilloso», según José Antonio Seoane, coruñés de 56 años que se ocupa, entre otras cosas, de que los camposantos municipales estén relucientes para el día de Difuntos y su víspera. Capaz de hablar de temas delicados con una naturalidad que solo otorga la costumbre, es un gran defensor del patrimonio cultural encerrado en San Amaro.

-¿Cuáles son las funciones del jefe de Servicios Funerarios?

-Básicamente llevar todo lo relativo a cementerios: tramitación administrativa, atención al público, cambios de titularidad, instalación de placas, traslado de restos... Y todas las cuestiones internas.

-Parece complicado eso de morirse.

-Lamentablemente, morirse es la mar de fácil (ríe). Pero los trámites funerarios pueden ser algo complejos y los familiares del finado no suelen estar para atender el papeleo. Por eso se utilizan los servicios de una empresa funeraria que se ocupa de todo, desde recibir el cadáver, su traslado, el tema judicial y burocrático... Eso sí, hay que pagarlo.

-¿Y es caro?

-Todo depende del arca que escojas o del tamaño de la esquela. Todo influye. Pero podríamos decir que entre 1.500 y 3.000 euros es un precio normal. Aunque los hay que compran ataúdes estupendos que multiplican el precio, así como están también los de beneficencia, los que mueren sin medios ni familia conocida, de los cuales nos ocupamos nosotros a través de la Concejalía de Servicios Sociales. Esos enterramientos cuestan unos 600 o 700 euros.

-Hablamos de enterrarse en Feáns, porque en San Amaro ya no hay sitio, ¿no?

-Ninguno, a no ser que tenga ya una propiedad. Las últimas adjudicaciones en San Amaro creo recordar que se hicieron en 1978 o 1979. Justo al año siguiente se inauguró Feáns.

-San Amaro es un cementerio para presumir de él.

-Es una joya que hay que mimar, proteger y cuidar. Está declarado Bien de Interés Cultural, aunque durante las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta se construyó de manera desordenada, aprovechando cuanto espacio había para levantar nichos, lo que ha impedido mantener la belleza íntegra que tenía originalmente, sobre todo en el paseo principal. Aun así, es maravilloso, y no solo por la ubicación, con la ría al fondo, sino que tiene algunos panteones y sepulturas apasionantes, aparte del volumen de ilustres que aquí reposan.

-¿Tiene algún rincón favorito?

-Me gusta mucho el cementerio civil. Es un recinto pequeño, coqueto, íntimo, donde yacen personas que ofrecieron lo más grande, su propia vida, en defensa de la libertad. Y después está el cuarto departamento, que es la zona más amplia, da al mar, como un balcón sobre el paseo, y donde no hay muchas aberraciones de construcción.

-¿Y el panteón nazi?

-Está tapiado, para ver lo que queda de él casi hay que jugarse la vida. Y así está bien, y no plantea problemas. No creo que a nadie le gustase tenerlo a la vista.