Reencuentro con la carta de la cárcel

Rodri García A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

En la inauguración de «From I to J» Mar y Luz Villaverde se encontró en la prisión coruñesa con la misiva que su padre envió a la familia antes de ser «paseado»

22 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Aida escribe cartas a Xabier, un hombre que está en la cárcel. Es la trama del libro de John Berger From A to X, una obra epistolar que ha dado lugar a una exposición en la que Isabel Coixet rinde homenaje al escritor inglés. La muestra, dirigida por Rocío Santa Cruz, se inauguraba hace unos días en la vieja prisión coruñesa. «Isto é arrepiante», reconocía alguno de los numerosos asistentes asomado a una de las celdas o recorriendo uno de los pasillos.

Sin embargo, como ocurre en muchas ocasiones, las emociones fuertes pasaban casi desapercibidas: Mar y Luz (ese es el nombre que le puso en su día su padre, militante de la CNT) Villaverde se paraba ante una carta, ampliada y colgada en la que un día fue una cabina de control de los internos. En este espacio se recogen retazos de la historia de esta prisión, con imágenes antiguas y textos de quienes estuvieron en ella víctimas de la represión política.

Mar y Luz Villaverde conocía la misiva firmada por su padre, José Villaverde. Era la misma que este directivo de la CNT le escribió a su familia desde ese lugar el día 24 de septiembre de 1936, unas horas antes de la noche en la que lo sacaron para pasearlo, en definitiva, para matarlo en una cuneta.

En medio del murmullo de las conversaciones de quienes asistían al acto inaugural de la exposición, de los saludos de Isabel Coixet, de los reencuentros de Rocío Santa Cruz y mientras en el interior de las celdas sonaban las cartas escritas por Berger, Mar y Luz, en su primera visita a la cárcel, evocaba a un hombre que era «pacifista, que se retiró de todo». Lamentaba que a pesar de los años transcurridos «parece que no podemos hablar, simplemente para que se retiren los muertos de las cunetas de las carreteras, que figuren en algún lugar los nombres de esas personas». Le acompañaba otra familiar, su sobrina Chefa Mosquera Villaverde, ante la cual la mujer apuntaba que el original de dicha carta «y un reloj» son guardados por la familia como pequeñas reliquias. Relataba además, con una emocionada afabilidad, cómo su familia había podido recuperar el cadáver de su padre, hoy en día enterrado en el cementerio civil de San Amaro.

Ayuda a los falangistas

Entre los recuerdos apuntados por ambas mujeres estaban que, una vez abandonados todos sus cargos en el sindicato de la CNT, algunas de cuyas publicaciones dirigió, José Villaverde, que era carpintero y había nacido en Santiago en 1894, había tenido un quiosco frente a la sede de Falange, en la plaza de Santa Lucía; desde dicho lugar ayudaba a los falangistas «con sus escritos y sus papeleos», sin que fuera ningún problema sus abismales diferencias ideológicas.

De hecho, Manuel Monge, presidente de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica da Coruña, apunta que Villaverde «era un home moi respectado incluso por xente que non era da CNT». Alude asimismo Monge a «unha famosa maleta que tiña a súa familia con importante documentación da CNT, dos sindicatos e dos partidos políticos, é algo do que sempre se falou».

Y cerca de la cárcel, donde la emoción brillaba en los ojos de su hija mientras volvía a leer la dolorosa carta, está la placa que da nombre a la calle José Villaverde Velo, de cuya inauguración se cumplirán nueve años el próximo domingo, día 27.

En este caso, la figura del sindicalista no ha caído en el olvido, un problema al que aludía José Villaverde cuando en un escrito de la CNT del día 17 de noviembre de 1932, aludía al proyecto de la Casa Sindical que se pretendía construir en la ciudad: «Labor de todos esta es: los compañeros que militan en todos los sindicatos han de esforzarse porque el proyecto no pase al carro del olvido. De momento, lo indispensable será que cada asociado pague un día de su salario. Ello dará impulso a las obras...».

Concluía aquel texto con una curiosa coletilla, antes de la firma de José Villaverde: «Aunque rabie un poco el rey del enchufe y algún discípulo de Stalin...».