Una decena de lugares del mundo llevan el nombre de A Coruña

A CORUÑA

Norteamérica, Australia y Portugal comparten con España el recuerdo de la ciudad atlántica

11 ago 2008 . Actualizado a las 11:46 h.

Tras Norteamérica y la Península Ibérica, el lugar del mundo que más relación nominal tiene con la ciudad coruñesa es Australia. En las antípodas, en el estado de Nueva Gales del Sur, hay un lago, un bosque y un pico con el nombre de Corunna. La montaña fue bautizada por John Baxter, aunque también tuvo que sir Ralph Darling, gobernador del estado entre 1825 y 1835, que participó en la batalla de Elviña al frente del 51º Regimiento del Ejército británico.

Muy vinculada al mundo bélico está también la historia del origen del aeropuerto Corunna Downs, una infraestructura situada al norte de Australia que fue clave en la lucha por el control del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses llegaron a invadir y controlar la mayor parte de las islas próximas al país-continente.

Los recuerdos de la etapa gloriosa de la batalla de Elviña pretendían así insuflar ánimos a las tropas allí concentradas, que sumaban derrota tras derrota ante la pericia y arrojo de los pilotos japoneses durante el inicio de la contienda. Hoy en día, el aeródromo está cerrado.

También muy cerca de Sídney hay una mina de uranio, la Corunna IV, que dio origen a una población, como en su día ocurrió con la llegada de los fenicios en busca de estaño a las costas gallegas.

Relacionado con el mundo de las minas está también la Oficina Salitrera de La Coruña, situada en la localidad chilena de Iquique, que es conocida mundialmente por una revuelta popular en 1925 que se saldó con un gran número de muertos.

Relaciones

La iniciativa desarrollada por el Ayuntamiento de A Coruña ha permitido establecer diversos vínculos de colaboración que, se espera, prosperen a lo largo de los próximos años en algún tipo de intercambio social y cultural.

Es el caso, por ejemplo, de la Corunna de Michigan, que este año estaba invitada a participar en los actos del octavo centenario de la ciudad, pero que no pudo acudir por estar inmersa en la conmemoración de su 150 cumpleaños.

«De todas formas, nos han dicho que el año próximo el viaje que todos los años realiza el Ayuntamiento y al que se apuntan numerosos vecinos, va a tener como destino la ciudad de A Coruña», relata Mark Guscin, autor de muchos de los contactos internacionales de la urbe.

A Coruña tiene nueve ciudades y lugares con ese nombre, en la versión castellana, inglesa y portuguesa, repartidos por el mundo. El alcalde, Javier Losada, dentro de los actos conmemorativos del octavo centenario de la Carta Puebla que el rey Alfonso IX otorgó a la ciudad, dio instrucciones a su gabinete para reunir información sobre las «Coruñas del mundo». El trabajo, capitaneado por Mark Guscin, ha servido para encontrar una urbe en Canadá, dos en Estados Unidos y otra en Australia, además de un pico, un lago y un aeropuerto en aquel país de Oceanía.

A esa búsqueda se suman también Coruña del Conde, en la provincia de Burgos, así como un pequeño pueblo, llamado A Coruña, en Val do Dubra, y otra Coruña más en el municipio grancanario de Artenara, donde también hay un barranco y un barrio con ese nombre, como ocurre en el caso del Puerto de Santa María, en Cádiz, donde, curiosamente, nació el conocido futbolista Joaquín, hoy en el Valencia. Ese trabajado, completado por José Alfeirán, coordinador de los actos del octavo centenario de la ciudad, también desveló la existencia de una pequeña Quinta da Corunha en el municipio portugués de Pinhel, perteneciente al distrito de Guarda, muy próximo a la frontera con Salamanca, cerca de Ciudad Rodrigo.

La mayor parte de estos lugares tienen un mismo nexo común, que es la famosa batalla de Elviña, rebautizada por los anglosajones como Corunna.

Del reconocimiento a la figura de sir John Moore, el general británico que murió para proteger el embarque de sus tropas ante el acoso de las huestes napoleónicas, surgieron los sucesivos bautismos con el nombre de la urbe donde perdió la vida pero ganó la inmortalidad de la fama.

Es el caso, por ejemplo, de la localidad canadiense de Corunna, en el estado de Ontario. Allí fue destinado en 1823 el general Beresford, uno de los muchos militares que acompañaban catorce años antes a Moore y que luego se ganó los galones con el duque de Wellington en la durísima batalla de Albuera, donde vengó a Moore aplastando a las tropas de Soult.

Con el fin de las guerras napoleónicas y ya designado como lord, se embarcó para Canadá para crear una ciudad que sirviera como capital de la entonces colonia británica. Así surgió Corunna, en recuerdo, dice Mark Guscin, «de la ciudad que más profundamente le marcó». A su lado creo el Moore Township (distrito Moore) y bautizó las calles principales con los nombres de sus compañeros de batalla en Elviña: Paget, Bentick y Stewart o Baird, Hill y Murray. La capitalidad le fue arrebatada a Corunna por Bytown por criterios de centralidad, ya que la primera estaba demasiado cerca de los Estados Unidos y se temía por una posible invasión.

Corunna y Moore Township están agrupadas hoy en la misma ciudad, Saint Clair, pero con una enorme actividad, que atrae a numerosos curiosos, especialmente en Navidad.

Todo por unas ovejas

Las tres Corunnas de Norteamérica están unidas por una gran autopista, la Ruta 69, en un trazado de algo más de cuatrocientos cincuenta kilómetros. Sin embargo, sus historias son bien distintas. Así, por ejemplo, la ciudad de Michigan poco tiene que ver con Moore. Su nombre se debe al segundo alcalde de una pequeña aldea creada en 1836, Andrew Mack, que decidió cruzar el Atlántico para comprar ovejas en A Coruña.

En la actualidad, esta urbe tiene, según el censo del año 2000, alrededor de 3.500 habitantes en 1.497 casas.

Sus anagramas incluyen una torre de Hércules en el escudo de la Policía Local y en estos momentos están celebrando el 150 aniversario de su fundación. Curiosa coincidencia.

No demasiado lejos se encuentra la tercera de las urbes norteamericanas bautizadas como Corunna. Se trata de una localidad de solo 254 habitantes situada en Indiana. Como curiosidad, cabe destacar que tiene la sede de su Ayuntamiento en un viejo parque de bomberos.