JOSÉ LUIS GARCÍA LÓPEZ PLAZA PÚBLICA
10 nov 2001 . Actualizado a las 06:00 h.Mira que yo soy amigo de consultar el Diccionario de la Lengua, pero he de reconocer que siempre va por detrás del uso de las palabras, lo que supone que, en función del momento que se consulte, las acepciones no siempre son las que buscas, pues todavía no existen oficialmente. Hoy me gustaría reivindicar la palabra patear en el sentido de caminar de forma casi exhaustiva, lo que, referido a un barrio de una ciudad -por ejemplo- supone un conocimiento a fondo de aquél. Y es que, casi siempre, lo de patear viene a ser como golpear con los pies para dar rienda suelta a nuestros instintos violentos o expresar nuestro desacuerdo o rechazo. Si a uno le repatea una cosa ya no cabe dudar de su auténtico significado... Pasear por una ciudad es algo placentero pero que, normalmente, se hace en compañía, conversando y con un ritmo pausado. Caminar parece indicar un mayor esfuerzo, tiene un tono más deportivo, pareciese más un ejercicio o un medio de transporte para ir de un lado a otro. Hoy está de moda, pues alguien se ha dado cuenta, y así lo difunde y aconseja, que es el deporte para el que ha sido fabricado el ser humano. Bien hecho. Yo siempre aspiro a patear zonas; a caminar solo, sin parar demasiado, fijándome en todo y, así, ir aprendiéndome trozo a trozo Marineda, de la que he de reconocer que me queda mucho. El domingo pasado me fui hasta el Millennium caminando, y he de rectificar, pues ya me gusta mucho más: ni siquiera me parece un poco pequeño, como dije cuando se inauguró. Y, desde allí, me pateé Los Rosales: husmeé, curioseé y sólo paré para, en una tasca, ver cómo empataba al Xerez el Rácing de Ferrol, con un castilla en la mano -no tenía país- con tapita de callos domingueros incluidos. Todo, por cien pesetas (0,60 euros). A veces patear tiene compensaciones. Por cierto que, pese a la deficiente señalización, Los Rosales es un barrio que, por novedoso, debe patearse. redac@lavoz.com