Dos parejas iniciaron los actos de casamiento con una ceremonia en la que predominó el colorido y el respeto Los ancestros gitanos se citaron ayer con el siglo XXI. Y, una vez más, ganaron. Los primeros actos de una boda según el rito calé reunieron a más de un centenar de invitados que asistieron al casamiento de dos jóvenes parejas. Introducidos de lleno en la modernidad -cámaras de vídeo, fotográficas y mucha música enlatada- los gitanos coruñeses honraron con orgullo las costumbres de sus antepasados. Ayer el festejo estaba dedicado a las mujeres. Pero habrá tiempo para todos. La fiesta durará hasta mañana.
19 abr 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Rumbas enlatadas a toda máquina fueron la sintonía que acompañó al «ajuntamiento». Las gitanas que quieran casarse según el rito deben llegar vírgenes al matrimonio. La esencia de mujer se cumplió ayer. La fiesta proseguirá. «Si no se podría montar una buena», afirma Moisés, uno de los invitados. El respeto a las tradiciones no es óbice para que los gitanos tengan un espíritu festivo muy desarrollado. Hoy, cuando se celebre la ceremonia, la música grabada dará paso a las guitarras y las palmas, y la juerga flamenca estará servida. Como Dios manda. Pero ayer, el día estaba dedicado a las novias. Sonia Gabarre, de 15 años, contrae matrimonio hoy con Daniel Salazar, de 16. Rebeca Montoya, 17 años, se casa esta tarde con Juan Gabarre. Así, se repetirá la historia y las costumbres gitanas cumplirán un año más y pasarán de generación en generación manteniendo las señas de identidad. «Nosotros entendemos las bodas payas, pero hay que mantener las costumbres gitanas, ya que somos menos, y si no nos preocupamos el rito se moriría», comenta Moisés. La tarde pasa entre churrasco y la cara feliz de las novias. El cante y el baile, ponen el resto.