Desde la trinchera para la historia

CDLUGO

CARLOS CASTRO

Juan Carlos coronó  un partidazo del Lugo contra el Sporting con un lanzamiento inolvidable

22 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia del fútbol está salpicada de ejemplos de porteros rematadores. Aquellos que cabecean el gol de la victoria en el último córner del partido o quienes sorprenden al rival con un saque inusualmente potente. Son rarezas que disparan la adrenalina del aficionado, la euforia del equipo y la audiencia en los programas de deportes. Pero lo que se vivió el sábado en el Ángel Carro será difícilmente superable.

Juan Carlos (Guadalajara, 1988) coronó un partidazo ante el Sporting de Gijón con un disparo a más de 60 metros que terminó en gol. El portero del Lugo salía del área al rescate de un balón muerto que el contrario había despejado más allá de medio campo. Corría hacia él cuando vio a Carlos Castro subir a presionar. Se echó entonces hacia atrás, fijó la mirada, acomodó la pierna y soltó el latigazo. La pelota salió bombeada y se envenenó por el camino. Mariño no estaba adelantado, pero no llegó al zambombazo que entró ajustadito a la escuadra.

La locura se desató en el Ángel Carro. Si sus paradas ya habían conquistado a la grada, el golazo consagraba a Juan Carlos como un héroe local. Acababa de marcar el 3-1 a diez minutos del final, sellando un triunfo inédito para el Lugo contra el Sporting de Gijón. Tres puntos que relanzaban a los rojiblancos hacia la cima de la tabla y daban la razón a los que se creían con derecho a soñar.

Los decibelios crecieron a orillas del río Miño y el estadio se convirtió en una fiesta. Miles de gargantas coreaban el nombre de Juan Carlos, los brazos se alzaban haciendo la ola y las bocas saboreaban un momento irrepetible. Era el modesto el que vapuleaba al grande.

«No estoy acostumbrado a hacer estas cosas, ha sido la fortuna», decía incrédulo el protagonista tras el partido. «No he intentado chutar en ningún momento, solo hacer un tiro largo para volver a meter el balón en el área», insistía. Los medios se agolpaban para hablar con él, que esperaba paciente con una sonrisa y el balón bajo el brazo. Su teléfono ardía en el bolsillo con cientos de mensajes sin leer: «Me alegra porque al final nos ha dado tranquilidad en los últimos minutos contra un equipo que tiene gente muy, muy buena». Felicitado hasta por su rival, decía que al acabar el partido Mariño «se acercó a darme la enhorabuena». Juan Carlos, que no sabía decir si sorprendió al meta del Sporting o no, tenía palabras de reconocimiento para él: «Es, si no el mejor, de los mejores porteros de la categoría».

Inamovible en el once de Francisco, Juan Carlos llegó al Lugo esta campaña procedente del Elche. No se arrugó a pesar de llegar a un vestuario que contaba con un veterano como Roberto y peleó por un sitio en el once con trabajo duro. Con 2.070 minutos sobre el campo, destaca por su despeje de puños y suma 53 paradas en 23 partidos. Ha dejado la portería a cero ocho veces y le han marcado 23 goles, cinco de ellos de penalti.

Se crio en los juveniles del Guadalajara y terminó de forjarse como portero en el Rayo Vallecano, donde llegó a competir en Primera División hace dos temporadas. El guardameta manchego ya había probado las mieles de la élite con el Córdoba. Fue después de ayudar a los andaluces a cosechar el preciado ascenso en la temporada 2013-2014. Con sus 30 años recién cumplidos, Juan Carlos también pasó por el Hércules y en total acumula 84 partidos en la categoría de plata.