Setién no quiso usar como coartada las lesiones. Y sorprendió de salida con un equipo en teoría más ofensivo que en Pucela, reapareciendo el cada día más irreconocible Manu (el capitán acusa una baja forma alarmante), formando el doble pivote con Pita y David López, con Iriome y Ferreiro por fuera y Toni de enganche del debutante Caballero. Toda una declaración de principios. Pero nada más lejos de la realidad inmediata. Pronto el Leganés le perdió el respeto, le llevó a su terreno imponiéndole su juego y hurgó en las debilidades defensivas lucenses y su inocencia para regalar el balón en zonas letales. El equipo se partió en dos desde el inicio, porque los pepineros anularon con su presión la salida del balón visitante, aprovechando el fiasco en el manejo de David López, tan voluntarioso como alejado de su supuesta capacitación para ese menester y la apatía de Pita ponía el resto del descalabro. No obstante, con las líneas muy juntas atrás y renunciando al contragolpe, solo por amontonamiento, el Leganés tuvo muchas dificultades para crearle ocasiones a David Mallo antes del descanso. En última instancia, el meta lucense resolvía con más apuros de los debidos. El blindaje duró 65 minutos. Hasta que el que marcaba las diferencias en el campo, Chuli, encontró la colaboración arbitral para arrancar en fuera de juego y dejar sentado a Jon García para batir por bajo a Dani Mallo. Así marca un depredador del gol, que llegó prestado del Betis. Así es la vida y así se la buscan algunos. Pero Chuli no se conformó y volvió a ridiculizar al otro central, Pavón, para alojar de tacón el lujo del segundo de la noche, con Mallo en las patatas. Esa jugada nació de otra pérdida de David López y la correspondiente subida por la autopista de Manu. El Lugo besó la lona, careció de poder de reacción y su apatía fue su peor argumento. Volvió a ser el equipo plano viajero de siempre, le faltó el coraje imprescindible para pelear con dignidad los balones divididos, sin capacidad para el contraataque de llegar arriba. Careció de constantes vitales para competir siquiera. Y ese es un problema muy grave para un técnico que tiene que ponerle las pilas a sus hombres con urgencia. O esto se va al garete.