Dentro de la irregular trayectoria del Lugo en esta Liga Adelante, hay que admitir la razonable duda que se presenta en torno al futuro del equipo esta temporada. Y digo esto, porque ahora mismo el rendimiento del equipo ofrece una dicotomía contrapuesta entre su realidad palpitante y actual, y las expectativas de mejora que ofrece su futuro a corto o medio plazo en este curso. Hay, no obstante, un componente imprevisible como lo es siempre el hecho de futuras lesiones, o, incluso, la propia evolución de las presentes. Pero, eso sí, todo el panorama actual del estado de la plantilla está marcado por una nebulosa que se basa en la realidad vigente y la ilusión por el futuro. Ello obedece a las expectativas de mejora que ofrece el actual fondo de armario. De los beneficios que del mismo se puedan extraer, dependerá decisivamente el devenir inmediato del club.
Todavía en estado de convalecencia y la previsible dilatación de la misma, la recuperación de Jonathan Valle y David Aganzo marcan la frontera entre la velocidad de crucero actual y la excelencia añorada. El primero, porque ya ha dejado la firma de su poder desequilibrante, en su eslalon frente al Racing. Mario lo impidió al final, pero pudo ser el gol de la temporada. El segundo, porque su desafío cara al gol necesita la imprescindible puesta a punto física que le exige su especialidad. He citado a este dúo, porque me parece el más capacitado para dar ese salto de calidad soñado. Pero no me olvido del tercer hombre de la terna: David López. Su polivalencia de manejo y golpeo le convierten en el arma letal que llegue y sorprenda desde atrás, amén de su maestría para los balones de falta en los aledaños del área. Desde este triunvirato puede edificarse un equipo con mayúsculas. Mientras tanto, la cotidianidad es la que impera. El equipo ha logrado un ensamblaje importante entre los nuevos y los antiguos, y ofrece momentos de fútbol con mayúsculas. Frente al Racing fue un botón de creatividad, profundidad y ocasiones fallidas, donde lo más fácil era empujarla dentro. No fue así, porque nos falta remate. Y ese, se tiene o no se tiene. Además, el equipo actuó muy concentrado y estuvo muy intenso en la presión, para recuperar el cuero cuanto antes. Atrás, la reafirmación de un Borja Gómez infranqueable, incrementa un grado de seguridad la meta lucense. Otra asignatura pendiente: los partidos a domicilio, donde hay que parecerse más al equipo de casa. Santo Domingo no parece a priori el campo más propicio para confirmar ese empeño, porque el Alcorcón se ha mostrado en Liga Adelante como inaccesible a los lucenses. Hay que romper rachas, pues.