El cero

Carlos Melchor

CDLUGO

02 sep 2014 . Actualizado a las 17:37 h.

El cero. Una cifra que casi siempre posee una connotación más que negativa y de la que el C.D. Lugo está sacando tanto provecho en este arranque liguero. Un cero en portería propia con aroma de cuatro puntos en el bolsillo, y lo que es más importante, la demostración palpable del empaque defensivo y la sobriedad atrás que se necesita en esta categoría para ir sumando puntos sin prisa pero sin pausa. Y eso no es por casualidad. La zaga que se podía recitar de memoria la temporada pasada sigue inalterable y productiva a pesar de algunas críticas aisladas a nivel individual que todavía persisten en algún sector de la grada, acalladas rápidamente con números y sensaciones. Y es que da gusto ver eso a lo que Setién se refiere en numerosas ocasiones como una pieza fundamental dentro de su engranaje colectivo: los automatismos. Quizás Pavón no sea un virtuoso con el balón en los pies. Probablemente ni Víctor Marco sea el central más rápido de la categoría ni Manu ni De Coz pongan todos los centros milimétricos en la cabeza del delantero. Pero es innegable que como bloque se coordinan a la perfección, se complementan y conocen el oficio. Y lo que es más importante, saben de sobra lo que el entrenador quiere de ellos y lo que necesita su equipo en cada momento. Cumplen sin alardes, con sobriedad. Pero dan puntos, que al fin y al cabo es lo que cuenta. Y aunque solo se hayan jugado dos jornadas de competición, mantener la portería a cero continúa la tónica de la temporada pasada. Primer mandamiento en el fútbol: que no te metan. Después, ya veremos. Únicamente el Recreativo puede decir lo mismo después de 180 minutos. Detalles que pasan tan desapercibidos como la perfecta salida en bloque coordinada después de un córner que provocó el fuera de juego de tres delanteros del venido a menos Valladolid reflejan el filón que supone en el inicio de Liga el mantenimiento del bloque y de las rutinas colectivas. A la espera de que los nuevos descubran la pócima mágica setieniana, durante el primer tercio de competición es donde tradicionalmente el equipo rojiblanco ha conseguido el granero de puntos para subsistir hasta finales de mayo. Mientras la mayoría de los nuevos técnicos rivales tratan de ensamblar a marchas forzadas las piezas de su máquina, la nave rojiblanca aprieta el acelerador y saca provecho de las lecciones aprendidas de memoria durante el pasado. El Valladolid puede dar buena cuenta de ello.