Vimianzo es el municipio que más comunidades de montes tiene, 11 que suman unas 1.000 hectáreas, y Marcos Regueiro, el presidente de la de Cures-Mouzo, uno de los vecinos más implicados por lo que le gusta el monte y por el tiempo que invierte en mantenerse al día en cuanto a normativas y tratar de sacar adelante iniciativas, que casi siempre se topan con el muro infranqueable de la Administración. En su caso cuentan con 170 hectáreas, la mayoría de pinos, aunque con alguna pequeña masa de eucalipto, roble y castaño, que ardieron por completo en el 2006, con lo de sacar dinero de las cortas ni siquiera se lo plantean. Sacaron 9.000 euros a raíz de aquellos incendios y cada año gastan unos 20.000 en desbroces, con lo que el monte, básicamente, lo emplean para colaborar con la asociación caballar y algunos particulares, subsisten gracias al dinero de los eólicos, pero de negocio nada.
De ahí que Regueiro se muestre muy escéptico porque «unha cousa son os proxectos no papel e outra a realidade». Dice que si él se tuviese que marchar por trabajo, o su profesión no le dejase tiempo como le ocurre a otros compañeros de la directiva muchos de la comunidad no sabrían siquiera donde está el monte. «E que hai xente de 80 anos con pensións da agraria de 700 euros que me din que se teñen que limpar as fincas terían que darlle os montes á Xunta», ejemplifica Regueiro.