Con la derrota de los pronunciados, arrasadas las expectativas y las ilusiones, Hermógenes Villanueva afrontó de forma valerosa la huida para llegar a Vigo y refugiarse en la casa del barón de Ortega, un lugar en el que ya estaban reunidos los demás acogidos al pabellón portugués, entre ellos Antolín Faraldo. Y, disfrazados, huyendo del peligro que les amenazaba y en una noche tempestuosa embarcaron en un galeón de carga y pasaje llamado Nervión, dirigiéndose al punto en donde un buque de guerra portugués tenía previsto recogerles. Encararon el temporal en un clima de zozobra y desazón, y también de derrota, impregnando el ambiente.
Tumbado en el fondo del galeón, y molestado por sus heridas, iba el hermano de Hermógenes, Perfecto Villanueva, un militar de graduación, valiente y decidido, en tanto que esa noche arreciaba cada vez más el temporal, desencadenándose la lluvia y el viento con una violencia que las rachas fuertes rompieron el palo, cayendo la vela al mar.