El derecho a morir con dignidad

CEE

01 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

He sido siempre partidaria de la aprobación de la eutanasia. Bajo un control exhaustivo, podría significar que mucha gente desahuciada pudiera morir con dignidad. Recuerdo el caso de Andrea, una niña de Noia que, aquejada de una enfermedad degenerativa irreversible, sus padres pedían para ella un final digno, sin dolor. Eran conscientes de que no había nada que hacer y no querían que los sanitarios siguieran prolongando su vida de forma artificial. Más sonado fue el caso de Ramón Sampedro, pero habrá cientos o miles más. Y la legislación sigue sin concederles la posibilidad de irse de este mundo cuando ellos quieran. Habrá quien se excuse en que podría utilizarse a modo de suicidio asistido, que aumentarían las muertes voluntarias o que habría quien se aprovechase perversamente de la ocasión, pero ya saben lo que dicen, las opiniones son como los traseros: todo el mundo tiene una.

El hospital Virxe da Xunqueira ofrece desde hace un tiempo la posibilidad de tramitar un testamento vital. Un documento en el que cualquier mayor de edad puede dejar estipuladas cuestiones como qué hacer con sus órganos cuando muera o cuál será el tratamiento o los cuidados que se le presten a esta persona si llegara a darse una situación extrema.

Es reversible en cualquier momento y, además, aunque por ahora no se puede pedir la eutanasia o el suicidio asistido, sí se puede dejar reflejado en el documento en caso de que existiera una regulación futura que lo permitiera.

Por el momento nadie ha solicitado el testamento vital en Cee. Quizá sea por la falta de información, por el miedo a que no puedan ser respetadas estas voluntades, o quizá porque la muerte sigue siendo, aun a día de hoy, un tabú que conviene no tocar en según qué situaciones.