En eso se quedó el C3M, más en el capítulo de los sueños que en el de las realidades
28 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.El Centro do Coñecemento da Costa da Morte estaba «destinado a convertirse en un punto de encuentro, un puente entre los sueños y la realidad, una plataforma para intercambiar experiencias y conocimientos». Así lo definía el vídeo con el que se promocionaba hace ya un lustro y en eso se quedó, más en el capítulo de los sueños que en el de las realidades.
En plena eclosión de la sociedad de la información, con Zapatero en la Moncloa y Miguel Sebastián, el de las bombillas de bajo consumo, de ministro de Industria, unos cuantos visionarios de la comarca aglutinados en torno a Neria vieron abierta una puerta para que el Finisterre no se quedase una vez más en la cuneta de la historia. Prometían que la iniciativa iba a redundar en «la mejora de la calidad de vida de los casi 100.000 habitantes» de los 17 concellos que integraban la entonces referencia incontestable del asociacionismo gallego.
Sin embargo, hoy esos 100.000 son bastante menos y si en algo han mejorado sus condiciones de vida poco les pudo influir el C3M. Ni las becas, los cursos o los foros de debate llegaron y tampoco el laboratorio de ideas con consultoría integral gratuita que aspiraba a lanzar cinco nuevos proyectos empresariales por año.
Lo que quedó de aquello, al margen de un bonito edificio rehabilitado en el casco histórico de Cee, es un problema económico, político, administrativo y ahora también judicial de grandes dimensiones que amenaza no solo con llevarse por delante a Neria, sino con abrir un boquete importante en la caja de caudales de sus socios que, en un momento o en otro, fueron todos los concellos de la Costa da Morte.
Causas hay varias, y cada uno hace hincapié en las que más se adaptan a su punto de vista, intereses o responsabilidades pero lo que queda claro es que donde había una oportunidad reinan todos los lamentos.