En bañador

CAMARIÑAS

01 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El llamado furtivismo de bañador, que tanto interés ha despertado por un vídeo de Carlos Blanco y Xosé Touriñán, no es el mayor de los males en la Costa da Morte, pero supone un bocado más para los mariscadores, que tienen tendencia a comerse a sí mismos y suelen ser los responsables de los males que afectan a sus concesiones.

El problema no es la señora que va a la playa y se lleva unos berberechos o el drogadicto que se lleva unos percebes para pagarse una dosis. De hecho, las asociaciones de mariscadores suelen tener una especie de cupo de no profesionales ante los que hacen la vista gorda porque «son veciños». En la Costa da Morte la paz social en los pueblos suele ser un deseo cumplido y uno de los motivos de ello es precisamente el respeto por el que vive al lado.

El cupo de habituales suele incrementarse en verano porque el agua no está tan fría y mucho más tranquila y hay más demanda y necesidad, sobre todo cuando llegan las fiestas y hay que convidar a los parientes.

En Camelle durante años se repartieron, sobre todo en fechas señaladas, las almejas de la playa hasta que Mar la lio atendiendo una demanda de la cofradía, que reservaba los bivalvos para los mariscadores profesionales. Tuvo que intervenir hasta la Guardia Civil, pero renunciaron a la concesión y aquí paz y después gloria. Ni siquiera esta práctica hacía más daño que el propio que pudiera causar una marea roja inadvertida.

El peligro que se cierne sobre el marisqueo de la Costa da Morte no va en bañador. Lleva traje de aguas, tiene carné y ganas de mantener o aumentar sus ingresos. Nada habría que reprochar sino fuera porque los percebes o los berberechos no crecen al mismo ritmo que las necesidades familiares o la ambición económica.

Ser mariscador en la Costa da Morte nunca fue un chollo y ahora lo es menos que nunca, pero hay que decidir si se quiere mantener esta actividad como medio de vida y también buscar el camino para dar mayor valor a lo que cuesta tanto obtener. Para eso era el GAC entonces y para eso es el GALP ahora.